El tapiz contemporáneo catalán y español no se entiende sin la aportación de Josep Grau- Garriga (Sant Cugat del Vallès, 1929), el artista que en la década de los 60 sentó las bases del arte textil de vanguardia desde la Escola Catalana del Tapís y que ayer murió en Angers (Francia), donde residía desde 1989. Nacido en el seno de una familia campesina que pasó las dificultades de la posguerra como la cárcel o el exilio, fue en este ambiente donde descubrió su vocación. Pese a que fue pintor, escultor y grabador, y a que defendía todas las manifestaciones artísticas con la misma intensidad, lo que le dio fama a nivel internacional --tuvo más predicamento en el extranjero que en casa-- fue la incorporación del tapiz en el arte contemporáneo.

Con él, los paños dejaron de ser artesanía y pasaron a considerarse arte. El cambio lo llevó a cabo desde la fábrica Casa Aymat de Sant Cugat --donde trabajó con Miró, Tharrats, Tàpies, Subirachs y Ràfols-Casamada-- después de haber aprendido del padre de la tapicería contemporénea, el surrealista francés Jean Lurçat.

PIEZAS ABSTRACTAS Su aportación pasa por limitar los colores y aumentar el tipo de materiales usados. Y también dio protagonismo a la materia por encima de las imágenes. Sus piezas abstractas se encuentran en las colecciones, entre otros, del Metropolitan Museum of Art de Nueva York y del Museu d'Art Contemporani de Barcelona.