El matrimonio, ciudadanas, es el mayor error de la antigua humanidad. ¡Casarse es convertirse en esclava! El matrimonio no puede seguir tolerándose en una ciudad libre. ¡Debería ser considerado un crimen!» Estas palabras las pronuncia una airada oradora, subida al púlpito de una iglesia convertida en sala de arengas revolucionarias. Es la educadora y poetisa Louise Michel, llamada la Virgen Roja. Feminista, defensora de la educación igualitaria y laica y del amor libre casi 90 años antes que los Beatles y Janis Joplin.

El año es 1870, fecha en que tuvo lugar durante dos meses la experiencia autogestionaria de la Comuna de París. Napoleón III es derrotado en la Guerra Franco-Prusiana. Los parisinos viven con angustia el asedio y las consecuencias de la guerra que antes alcanzan al pobre: el hambre y las privaciones.

En medio del descontento, un movimiento revolucionario se va haciendo fuerte en la colina de Montmartre. Louise Michel y otros locos románticos alumbran la Comuna de París, un modelo de autogestión que durante dos meses vislumbró la utopía anarquista bajo la sombra de la bandera negra.

La Virgen Roja luchó en las barricadas, lideró un batallón femenino y fue, tras el fracaso de la experiencia, deportada a una colonia penal de Nueva Caledonia. Hasta el día de su muerte permaneció fiel a sus ideales feministas y laicistas.

La Virgen Roja fue una visionaria de la utopía, de la libertad y de la igualdad, que se interesó por los pasajes más avanzados de la literatura de ciencia ficción.

Michel amaba la visión que del futuro tenían los autores de anticipación de la época: para ella, Utopía podía hallarse en el futuro lejano (Una utopía moderna, de H.G. Wells), en un valle secreto escondido (Mizora: una profecía, de Mary E. Bradley Lane) o en el fondo de una mina ignota (La raza venidera, de Edward Bulwer-Lytton). Uno de esos visionarios, el dibujante Albert Robida (El siglo XX), garabatea una de las ensoñaciones de Louise: una enorme máquina que bombea el alimento hasta las casas de los parisinos: paté con pepinillos o helado de fresa manaría como el agua corriente o el gas.

Para Louise, el futuro debía de llegar, inexorablemente, acompañado de justicia social e igualdad. Y la palanca para acelerarlo solo podía ser la revolución.

La obra que ahora publica Ediciones La Cúpula, la emblemática editorial underground barcelonesa donde recaló Peter Punk en los 80, arranca con el entierro de la Virgen Roja, cuyas hazañas conocemos a través de los recuerdos de tres mujeres que tuvieron contacto con ella.

Louise Michel provenía de la región de Haute-Marne, en el este de Francia. Fue criada en un frío castillo donde tuvo acceso a una gran biblioteca y donde pudo leer la obra de Víctor Hugo.

Pero la Utopía es para Michel un sueño que se rompe una y otra vez. Tras el episodio de la Comuna, Louise es deportada a Nueva Caledonia, en Oceanía, un territorio francés de ultramar.

Una vez más, donde la Virgen creyó vislumbrar un lugar donde comenzar de nuevo, donde construir sin repetir errores, volvió a enfrentarse a su peor enemigo: la condición humana. Allí se ganó la hostilidad de algunos de los deportados al hacer amistad con los indígenas y defender para ellos lo mismo que para los comuneros de París: una educación libre y una vida feliz.

Bryan Talbot y Mary M. Talbot (dibujante y guionista), ambos nacidos en Inglaterra y marido y mujer, firman esta obra, la tercera colaboración que publica en España La Cúpula tras Sally Heathcote: sufragista y La niña de sus ojos. Las tres obras se encuadran en un tipo de cómic histórico que, a pesar de hacer gala del alto rigor con que los hechos están narrados, toman partido por la insurrección y sus protagonistas. «Un mapa del mundo que no incluya a Utopía no merece ser visto», dijo Oscar Wilde. Este cómic esconde una cartografía secreta para quienes ansían la libertad por encima de todo.