Menuda, frágil, de negro y a la vez con un rostro muy blanco y de rasgos duros que podría pertenecer a una protagonista de un cuadro expresionista alemán, la premio Nobel Herta Miller presentó ayer Todo lo que tengo lo llevo conmigo , que narra la persecución de los alemanes rumanos en la Rusia de Stalin.

"La literatura para mí no es terapia porque no la necesito. Es el sistema el que está enfermo. Y una dictadura es un sistema enfermo y los que nos oponemos somos los sanos", subrayó esta escritora rumana, (Nitzkydorf, 1953), que vive en Berlín desde 1987.

"Una de las mejores premios Nobel de los últimos años, maestra del lenguaje y maestra en acercar realidades impensable para nosotros", en opinión de la crítica Mercedes Monmany, que hizo de presentadora de este poético y duro libro que publica Siruela. En Todo lo que tengo lo llevo conmigo , Müller narra un capítulo oscuro "que todavía es un tabú en Rumanía" --dice--, las atrocidades del régimen comunista. En este caso contra los rumanos de origen alemán, que sufrieron la dictaduras nazis y la de los comunistas soviéticos.