Todo empezó el año pasado cuando el director del Festival de Cannes, Thierry Fremáux, incluyó en la sección oficial Okja, de Bong Jon-ho y The Meyerovitz Stories, de Noah Baumbach, dos películas que habían sido producidas por Netflix. Las redes sociales en un primer momento aplaudieron la decisión: ¡qué moderno era Cannes! Pero la alegría duró poco. Los exhibidores se pusieron en pie de guerra y muchas voces aprovecharon para reivindicar las salas de cine por encima del vídeo bajo demanda. El resultado, ninguna película de Netflix participó en la edición del 2018.

Sin embargo, desde que la cadena comenzara con su producción propia (primero en series, después en documentales y finalmente en películas), cada vez se ha mostrado más y más ambiciosa a la hora de reclutar a algunos de los autores más interesantes que operan en la actualidad, que se han visto tentados no solo por las buenas condiciones económicas, sino también por una mayor libertad creativa. Al fin y al cabo, podían olvidarse por primera vez de la dictadura de la taquilla y hacer películas más personales.

POSTURAS ANTAGÓNICAS / La polémica ha vuelto a aparecer tras la inclusión de cuatro cintas de Netflix (lo nuevo de Alfonso Cuarón -elegido ganador del León de Oro por Roma-, Paul Greengrass, los Coen y la obra inacabada de Orson Welles) en la sección oficial de Venecia, un festival que en los últimos tiempos se ha convertido en el escaparate de las películas con intenciones de luchar en la carrera a los Oscar y que con esta decisión planta cara a Cannes. Así, nos encontramos con dos festivales con posturas antagónicas que vuelven a reabrir una vieja herida sobre el presente y futuro en los hábitos de consumo.

A Edmond Roch (Ikiru Films), productor de la reciente Yucatán, le parece muy representativa esta dicotomía. Por una parte, un festival defiende una visión purista y otro aprovecha para abrir las puertas a nuevas ventanas de exhibición. Para Enrique López Lavigne (Apache Films), productor de Paquita Salas y Quién te cantará, de Carlos Vermut, las razones de Cannes tienen su origen en las presiones ejercidas por los grandes lobis de distribuidores y exhibidores centenarios como Gamount, Pathé o UGC. «Ellos han enmascarado sus verdaderas razones enarbolando una bandera hipócrita y equivocada», nos cuenta.

POSICIÓN INTERMEDIA / Sin embargo, Álex Lafuente (productor de Entre dos aguas, de Isaki Lacuesta) se sitúa en una posición intermedia. Por un lado, piensa que es absurdo negar la realidad y decir que no es cine, «excluirlo sería ridículo porque los mejores directores están haciendo con ellos películas». Pero por otro, cree que debería haber un poco de protección hacia las salas, y tampoco cree que sea beneficioso que la mitad de la sección de un festival no se pueda ver en cine.

En este sentido, desde la Federación de Cines de España (Fece) tienen una posición clara al respecto: una película se tiene que estrenar primero en una sala de cine. Es la ventana que genera una mayor fuente de ingresos para la película, que además llegan a la industria, ya que el precio de la entrada se reparte entre el exhibidor, el distribuidor y el productor de una película.

Alejandro Díaz Castaño, director del Festival de Cine de Gijón cree que nos ha pillado todo esto un poco desprevenidos y que Netflix ha sido crucial para cambiar las reglas del juego. «Pero es una cuestión de tiempo que la situación se normalice y se entienda que la distribución audiovisual en streaming puede convivir con la distribución tradicional, como el e-book convive con el libro y i-Tunes o Spotify con el vinilo».

El director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, considera que desde el certamen tienen como obligación ofrecer la mejor programación audiovisual al público, a la industria y a los medios de comunicación. «Creo que no nos compete a nosotros discutir cuáles son las regulaciones administrativas relacionadas con esas películas. Por eso no tenemos ningún problema en proyectar películas de Netflix en nuestras secciones». De hecho, el año pasado se presentó Fe de etarras, de Borja Cobeaga en el Velódromo y en esta edición se podrá ver lo nuevo del coreano Kim Jee-woon en la sección oficial.

Ángel Sala, director del Festival de Sitges, tampoco ha tenido nunca ningún problema en programar películas que iban a pasar directamente a VOD. Opina que Netflix ha enriquecido el panorama general, ha dado opciones de producción y posibilidad de ver productos diferentes.

NOMINACIONES AL OSCAR / Otro de los de los grandes frentes que tiene Netflix abierto con los distribuidores estadounidenses le ha costado estar fuera de las nominaciones a los Oscar con alguna de sus grandes apuestas, como Beast of No Nation (2015). El año pasado, Mudbound optó por primera vez a cuatro estatuillas. ¿Será este el primer paso de preparación para una posible lluvia de nominaciones a Roma, de Cuarón, tras su éxito en Venecia, y a la próxima película de Martin Scorsese, The Irishman?

Desde Netflix nos informan de que «no están cerrados los datos de distribución» de sus próximas películas, sin embargo, tanto en el cartel como en el tráiler internacional de Roma se especificaba que se estrenaría en cines en Estados Unidos y en México (algo que confirmaría sus intenciones de representar al país en la categoría de mejor película de habla no inglesa). Recordemos que hasta el momento, continúa siendo imprescindible estrenar en salas para tener la posibilidad de optar a los Oscar.

Octavio Alzola, programador de los cines Renoir en Madrid, piensa que la llegada de Netflix ha supuesto el mismo impacto en los hábitos de consumo que cuando desembarcó la radio, la televisión, el cable o el videoclub y que, sin embargo, ver una película en una sala de cine continúa siendo una experiencia única. Esto lo opinan también muchos aficionados.

Pero... ¿tendrán las nuevas generaciones, los nativos digitales, la necesidad de ver cine en salas cuando se han acostumbrado a consumir en cualquier tipo de pantalla? Esta es quizá la cuestión que habrá que abordar en un futuro no demasiado lejano.