Tras un paseo por la alcazaba de Badajoz, los escritores Juan Goytisolo y José María Ridao protagonizaron ayer un diálogo sobre la herencia mediterránea en el encuentro de pensamiento Ambito Mediterráneo. Del agua a la luz . Antes, hablaron con este diario.

--El Mediterráneo es un mundo de confluencia y de divergencias ¿insalvables?

--Juan Goytisolo: Nada es insalvable. El Mediterráneo, desde su conquista por el imperio romano ha sido una zona de conflicto. Basta recordar el cautiverio de Cervantes en Argel. Allí había una lengua franca que comunicaba a los genoveses, a los napolitanos, a los españoles, a los turcos. Siempre ha habido en la conflictividad una zona de comunicación en la que se puede aprender y Cervantes aprendió muchísimo. Américo Castro tenía razón: en vez de hablar de influencia italiana en la obra de Cervantes habría que saber qué aprendió en Argel.

--Hay una memoria cultural, que también ha sido conflictiva, sobre todo en el siglo XX. ¿Qué ocurrirá en el futuro?

--José María Ridao: Esa memoria no es privativa del Mediterráneo. Cuando hablamos del espacio europeo es lo mismo: hay conflicto y grandes hallazgos. Para caracterizar un espacio lo hacemos por lo que se ha aportado de valioso. Lo que vaya a ser el futuro depende de nosotros. No está escrito que tenga ser un espacio de conflicto ni idílico. Dependerá de nuestra voluntad, de que la ejerzamos a través de unas categorías de análisis adecuadas y de que las políticas que se apliquen sean las correctas. A veces parece que no manejamos las categorías adecuadas, que parecen asimétricas y no conducen a lo más valioso: normas de convivencia pactadas.

--¿Se pueden salvar barreras?

--JG: Ha habido fracasos muy grandes; me refiero a lo que ocurrió en Europa con Bosnia. Haber permitido que la comunidad musulmana más civilizada fuera objeto de un genocidio tan horrible sin que nadie interviniera fue un fracaso colectivo. Eso iba a tener un precio y lo estamos pagando. Era claro que matar impunemente a 120.000 personas por ser musulmanas, cuando tenían una concepción de la ciudadanía, una educación mucho más laica, donde la gente prefería ir al cine o a la ópera que a la mezquita... está claro que pensar que eso no iba a tener un precio era vivir fuera de la realidad. Toda la doctrina yijadista se formó en Argelia con el problema palestino, Bosnia y la matanza de Chechenia. Cuando te matan tienes que saber por qué. Hay identidades que te las imponen a la fuerza. Yo estoy en contra de toda identidad. Ocurrió con la reacción del sionismo al Holocausto: se creó un estado identitario y religioso. Eso ocurre en nuestro planeta, que no está habitado por ángeles, sino por una especie bastante dañina.

--¿Es el Islam la última frontera?

--JMR: Cuando se hacen formulaciones como choque de civilizaciones todos atienden al término choque. No hay civilizaciones, hay una civilización a la que vierten todas las obras de valor desde diversas lenguas y tradiciones. No debemos reconocer esa frontera. A ambos lados hay lo mismo: civilización cuando la hay, o ignorancia.

--¿Chocan democracia y sociedad árabe o religiosa?

--JG: Conozco a bastantes demócratas que viven como los liberales españoles en periodos de dificultad, y hay que ayudarles. Hay valores que favorecer, pero no a la manera de Bush. No se pueden imponer valores democráticos con armas letales.

--¿Hay una visión eurocentrista del Mediterráneo?

--JMR: Todas las visiones centradas en cualquier lugar han cedido. Sucede que estamos frente a proyectos políticos como el de Bin Laden, uno de los principales portavoces del choque de civilizaciones, y que conoce perfectamente las sociedades con las que supuestamente está chocando. Hacemos frente a proyectos políticos autoritarios, revolucionarios y no tradicionalistas. Bin Laden desafía a los regímenes árabes.

--El Mediterráneo es más que la dualidad Europa-Islam ¿no?

--JG: Reducirlo a este choque no es admisible. Europa ha logrado un paso adelante en la UE a costa del dominio soviético y la tragedia de los Balcanes.

--¿Ha aprendido Europa?

--JG: No estoy seguro. Los conflictos en los que me he metido estos años me dejan una idea muy pesimista de la especie humana y de su posibilidad de progreso. Hay un progreso, pero se puede derrumbar con gran facilidad. Quién hubiese dicho a Sarajevo en el año 91 que iba a haber un asedio tan brutal, o a la civilizada Alemania que caería bajo el hechizo de Hitler.

--JMR: La idea de aprender hay que extenderla, porque la manera en que se evalúa la guerra de Yugoslavia muchas veces reproduce la interpretación de la II Guerra Mundial como casi la única guerra moral del mundo, que se hizo en el nombre del Bien. Hay que subrayar que la guerra es siempre un fracaso de las normas comunes, que siempre están al alcance.