Hay más vida en la novela inglesa más allá de los publicitados Ian McEwan, Martin Amis y Julian Barnes. Y no, no se trata de jóvenes. Jim Crace, posiblemente el escritor vivo británico más riguroso y original. Ahora acaba de aparecer su última novela, Cosecha (Hoja de lata), fábula milenarista ambientada en una Edad Media mítica que no debe ser leída solo como una novela histórica.

--¿Hasta qué punto se considera un escritor secreto?

--Vivo lejos de la vida literaria y los medios de comunicación y, si no puedo evitarlo, intento tener el menor contacto posible. Pero en lo tocante al mundo de los narradores de historias no estoy alejado.

--Aseguró que después de publicar Cosecha, en el 2013, se iba a retirar de la ficción definitivamente. ¿Sigue en sus trece?

--No, lo he reconsiderado. Pero la razón principal ha sido el fangoso invierno británico que me ha atrapado en su interior. ¿De qué otra manera podría pasar el tiempo si no es escribiendo una nueva novela? Con el verano me doy cuenta de que soy mucho más feliz haciendo trabajos de jardinería o caminando que escribiendo.

--Con Cosecha recibió el prestigioso IMPAC. ¿Ha tenido que ver este reconocimiento en su decisión de que, finalmente, no sea su última novela?

--Bueno, se podría decir que los premios me han dado una temerosa y temeraria confianza.

--Usted residió en Birmingham durante años y ahora vive en un pueblo muy pequeño. ¿Ha afectado este cambio?

--Vivo en pleno campo, entre ovejas y burros. El traslado fue decisión de mi esposa. Birmingham era demasiado rutinaria y ahora estamos viviendo una aventura vinculada a la creación de nuestro jardín, que estamos cuidando con mucha dedicación.

--¿Ese sentimiento está en la base de su novela?

--Es posible que haya una cierta sensación compartida con los personajes de Cosecha que intentan luchar por un pedazo de tierra productiva al que poder llamar suyo, sí.

--La mayoría de sus ficciones se sitúan en momentos históricos de transformación y cambio. ¿Por qué está tan interesado?

--La literatura prefiere el cambio al éxtasis --de la misma manera que prefiere la enfermedad frente a la salud, el divorcio al matrimonio, la guerra a la paz o la desesperación a la felicidad--. La ficción prepara al lector para las sombras y la amargura que puede depararle el futuro.

--¿Cosecha ocurre realmente en la Edad Media? Se podría decir que en realidad esto es más bien una distopía obsesivamente detallada.

--Un buen mentiroso no deja nunca los detalles al azar.

--¿Su intención es más simbólica?

--Tal vez. Se supone que mis libros tienen más interés por el mundo contemporáneo que por la fidelidad a la historia. Su sensibilidad es del siglo XXI y, probablemente, anacrónica en su configuración y sus prejuicios. Pero eso no es algo que haya pensado cuidadosamente. No he querido sostener un espejo frente al mundo real, prefiero la invención.

--Aunque fue escrito antes, es fácil leer el libro bajo el paraguas de la crisis de los refugiados.

--Así es. He vivido la mayor parte de mi vida en una ciudad multicultural y hospitalaria, pero el miedo a los extraños siempre está al acecho, especialmente cuando las condiciones se deterioran. No podemos arriesgarnos a ignorarlo.