"Pensé que me estaban engañando, que jugaban conmigo", fue la primera reacción de Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) ante la comunicación de que era el ganador de la edición del 2013 del considerado Nobel de la fotografía: el Premio Hasselblad, que ayer se anunció y entregó en Barcelona. Una reacción nada sorprendente para "alguien especializado en dudar y en tener sospechas sobre todo", apunta. Y es que la obra del fotógrafo catalán destaca por jugar a confundir entre realidad y ficción. O como consta en el acta del jurado: "Se caracteriza por adoptar unas perspectivas conceptuales originales y lúdicas, que exploran las convenciones fotográficas, los medios de representación y las reivindicaciones de veracidad".

En sus fotografías nada es lo que parece. Las plantas exóticas con nombres en latín de la serie Herbarium son desechos industriales. La vía láctea y las estrellas que aparecen en las imágenes de ConstelAlacions no son más que el rastro que han dejado algunos insectos al incrustarse en el parabrisas de su coche. Y las instantáneas de paisajes de Orogénesis , por muy reales que parezcan, las crea un programa informático utilizado por los militares para interpretar mapas, y las crea a partir de piezas de maestros de la pintura como Turner y Cézanne. De manera que, con él es cierto aquello de que las apariencias engañan.

El objetivo no es otro que cuestionar la fotografía como garante de la realidad y de la verdad. De ahí, su manipulación. Algo que Marcel Feil, director del Foam de Amsterdam y miembro del jurado resume así: "Fontcuberta invita al espectador a pensar. Le hace dudar para que después se dé cuenta de que la historia es o puede ser ficción".

Aunque esto no siempre ocurre. Para muestra, el proyecto Sputnik , en el que el fotógrafo se hizo pasar por el cosmonauta Ivan Stochnikov (Joan Fontcuberta, en ruso), desaparecido en el curso de la misión Soyuz 2, y reconstruyó toda la epopeya supuestamente silenciada por los soviéticos. A pesar de la reveladora imagen final de la serie: una botella de vodka con una carta de auxilio flotando en el espacio, la noticia fue dada como cierta por una cadena de televisión española.

El premio, que nunca se había otorgado a un español y cuenta entre sus laureados a Henri Cartier-Bresson y Richard Avedon, conlleva una dotación de un millón de coronas suecas (110.000 euros), un libro y una exposición en Gotemburgo.