No me llamo mujer, ni chica. No me llamo rubia ni morena: no me identifican esos términos. Hay que decir que no, marcar los límites, porque no hay otra opción. Responder a quien te dice algo no quita elegancia. No me voy a callar. Tanto dejarlo, cansa. Con resignación las cosas no van a cambiar. Los muros solo se derriban al picar la piedra con constancia.

Es una letra de Celia BSoul, cantante de rap, gestora cultural, periodista. Participará en Coordenadas poéticas, un espectáculo itinerante en escenarios singulares de Badajoz: un proyecto de Aristas Martínez para La Noche en Blanco con poesía y performances. Junto a ella, Antonio Rómar, Siracusa Bravo y José Baena: los cuatro han coincidido en alguna lectura (no siempre todos, no todos se conocen aún) y la música y la poesía se unirán en varios espacios: comenzarán en el Parque de Castelar, a las diez de la noche. Justo cuando cambie el día se irán a Puerta de Palmas. Y, a las dos de la mañana, a la Biblioteca de Santa Ana. No serán los únicos poetas que estén: también participa José Manuel Díez, Duende Josele. O Marta Prieto, Faustino Lobato, Mariola Cabanillas y la posibilidad de ver, en el MEIAC, las obras de José Antonio Cáceres con su poesía experimental ‘Unidad del mundo’. Y arte, con José Luis Hinchado y su muestra ‘Paisajes humanos’, de escultura en piedra, que se va a poder ver en la Sala ArteJoven: atención: son retratos.

La Noche en Blanco comienza antes, a las diez menos cuarto en la plaza de España, con un pasacalles de árboles caminantes y damas enormes. También habrá espacio para recordar a Charles Chaplin, actor, director, productor, guionista, escritor, editor y una de las personalidades más controvertidas del cine. Le debemos la United Artists, que fundó junto a otros grandes: Douglas Fairbanks, David Wark Griffith y Mary Pickford. Hay exposiciones, mucha música (con Javier Alcántara, por ejemplo), actividades solidarias para que conozcamos mejor otras comidas, otras culturas.

Otros modos de escribir, también. Ada Salas, profesora de Literatura en Madrid, poeta, ensayista (más poeta que ensayista, como ella misma se encarga de recordar siempre) recoge el sábado la Medalla de Extremadura. Hay libros que se escriben / sobre la carne misma. / Son esas cicatrices que nos hablan / y sangran / cuando el tiempo se rinde a su derrota / un puñado de signos que apenas comprendemos / y eran el beso intacto de la vida.

Ada Salas estuvo en el último Centrifugados, bailando incombustible (la poesía hay que bailarla, también), con más energía que yo en la veintena o en cien vidas (realmente, no me acuerdo de la medida de mi energía en la veintena: así andamos ya). Esta semana nos llegaba la noticia de que el encuentro literario más importante de Extremadura regresa porque la Fundación Obra Pía de los Pizarro ha tenido a bien ocuparse de la parte administrativa, que es la que más quebraderos de cabeza da a los gestores culturales del país. Cambia de fecha: será del 25 al 27 de septiembre de 2020. Falta más de un año, pero no nos equivocábamos ninguno cuando gritábamos, junto a Víctor Peña Dacosta: ‘¡No hay quinto malo!’.

La estructura será la misma que en las ediciones anteriores: una feria de editoriales independientes (no acuden siempre las mismas) y poetas recitando y mesas redondas para debatir. Lo hermoso ocurre después y durante, también: algunos de esos poetas, algunos de esos editores, ya son amigos... aunque vivan en México, Cleveland o Santiago de Chile (hola, Rocío Cerón, Jorge Posada y Omar Pimienta; hola, Cristián Gómez Olivares; hola, Eleonora Finkelstein) o en cualquier lugar de la Península (Mónica Vacas y Daniel Castillo, de Aventuras Literarias) o de fuera de ella (de las Islas Canarias es Ernesto Suárez) o a caballo entre un charco y otro, como le ocurre a Francisco Layna Ranz. Centrifugados ha sido una oportunidad para debatir sobre la creación, los cuentos, el oficio de escribir, los nuevos lenguajes, las fronteras físicas entre los países, la emigración, la difícil distribución literaria y lo complicado que resulta todo en la periferia.

Seguimos indignándonos porque el Gobierno regional haya perdido la oportunidad de otorgarle la Medalla de la región a Gonzalo Hidalgo Bayal. Iba a escribir «llorando amargamente», pero la indignación lo define mejor.

Llega el día de Extremadura. En su territorio está parte del conjunto megalítico más importante de Europa Occidental. También uno de los tres teatros romanos mejor conservados del continente. Aquí se rodó ‘Las Hurdes, tierra sin pan’, de Luis Buñuel, cuyo viaje, del que no sabemos mucho, le sirvió a Fermín Solís para crear ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’, que ha estado a punto de ir a los Oscars como mejor película de habla no inglesa, pero Pedro Almodóvar es mucho Pedro y acaba de recoger León de Oro de Honor en Venecia y todos sabíamos que se iba a elegir ‘Dolor y gloria’: esperemos que la Academia de Hollywood la elija también. Y que Buñuel pueda estar entre las mejores películas de animación. Cruzamos dedos.