En el 2001 y con apenas 23 años, la actriz y modelo madrileña Ana Asensio (Madrid, 1978) decidió dejar España e instalarse en Nueva York. De sus experiencias personales, algunas de ellas difíciles, surge su primera película como directora, ‘Most beautiful island’, un poderoso ‘thriller’ con carga social rodado en Estados Unidos en el que Asensio interpreta a Luciana, inmigrante española sin permiso de residencia que recibe una intrigante oferta de trabajo: deberá acudir a una fiesta sin conocer ningún detalle sobre lo que deberá hacer. Este descenso a los infiernos en forma de redentor juego mortal se estrenó el viernes en España tras triunfar en el South By Southwest de Austin y optar ahora al premio John Cassavetes en los inminentes Independent Spirit Awards.

-¿Cuánto hay de usted en el personaje de Luciana?

-De entrada, la peripecia por la que pasa ella, es decir, encontrarse en una situación ilegal en EEUU y ser invitada a trabajar en una fiesta misteriosa sin tener ni idea de lo que se va a encontrar. Gracias a Dios todo es ficción, pero esa situación de angustia, terror y vulnerabilidad extrema por la que pasa Luciana está inspirada en mi experiencia y en la de otras chicas que he conocido en situaciones similares.

-Su filme habla sobre la inmigración en EEUU, pero sobre un tipo de inmigración, la europea y cualificada, de la que se habla poco en el cine.

-Así es. Quería abrir la mirada del espectador americano al emigrante, al que se tiene estereotipado, y que descubra que hay otras realidades, la de personas cualificadas que también pasan por situaciones de vulnerabilidad, que no hablan bien el idioma, que no tienen ni familia ni amigos, que quizá no tienen ni papeles. Y que se lanzan a oportunidades de trabajo peligrosas, que son más bien formas de sobrevivir para poder pagar el alquiler ese día y seguir tirando.

-Usted era muy joven e iniciaba una prometedora carrera de actriz y modelo en España cuando se marchó a Nueva York a probar suerte. ¿Por qué lo hizo?

-Era un deseo de vivir experiencias que sentía que en Madrid no iba a poder vivir. Lo enmascaré con la excusa de ir a estudiar inglés y seguir estudiando arte dramático. Había visto muchas películas y, en fin, pensaba que a mí me iría todo bien.

-¿Qué recuerda de sus primeros tiempos en Nueva York? ¿Lo pasó mal?

-Recuerdo especialmente el primer día. Era el 7 de septiembre del 2001. Tenía un número de teléfono de la mujer con la que había acordado el alquiler de una habitación en Harlem por 400 dólares al mes. No tenía móvil ni nada. La llamé desde una cabina y me contestó un hombre. Era su marido. Me dijo que ella había perdido el piso y que se había ido a Colombia. Tuve un ataque de ansiedad. Sentí que me faltaba el aire.

-Esto era cuatro días antes de los atentados del 11-S.

-Fue muy fuerte… Aquel hombre -un hombre muy normal- me ofreció instalarme en su casa mientras encontraba algo y acepté. Supongo que era eso, ¿no? Vivir experiencias… El caso es que pasó el 11-S, bloquearon la zona donde vivía y me vi atrapada con un extraño un montón de días. Decidí volver a Madrid. Pero solo resistí un mes: regresé a Nueva York en cuanto pude. Sabía que algo bueno me esperaba allí. Y eso que no sabía bien inglés y nunca me había atraído la mentalidad americana.

-Visto con perspectiva, parece que su lucha, al final, sí ha valido la pena.

-Sí, pero he pasado por muchos altibajos. Nueva York es una ciudad con una energía abrumadora que te hace sentir muy pequeña, una sociedad hostil en la que apenas hay tiempo para las relaciones. Me ha costado adaptarme. Y para sobrevivir he tenido que hacer de todo: de niñera, de repartidora de flyers, de profesora de español y de teatro…. Pero al final acabé encontrando mi felicidad. He conseguido convertirme en profesional, he sido madre y, sí, creo que echaré mis raíces en Nueva York.

-¿Cuánto tiempo ha dedicado al proyecto de ‘Most beautiful island’?

-¡Mucho! Casi demasiado... Empecé a escribir el guión el 2011. Al principio eran 20 páginas. Yo jamás había rodado nada ni escrito un guion, así que estudié escritura y llamé a decenas, cientos de puertas. Conseguí el dinero a través de inversores que jamás habían puesto dinero en cine. Y puse todos mis ahorros. El rodaje duró 21 días y todo el mundo que participó cobró lo mismo: 100 dólares a la jornada por 14 horas de trabajo al día. ¡Poquísimo dinero!

-¿Qué tiene en la cabeza?

-Estoy trabajando con un guion. Un ‘thriller’ intimista, también ambientado en Nueva York. Hace un par de meses acabé la primera versión, que presenté a un programa del instituto Sundance. Y me han propuesto que participe en un seminario destinado a tirar adelante proyectos de segunda película. Algún día me gustaría trabajar en España. Querría dirigir una película centrada en el mundo rural.

-¿Cómo ha vivido, en cuanto mujer y artista, las noticias del aluvión de abusos sexuales en Hollywood?

-Creo que se debería hablar menos de los detalles de las perversiones sexuales, que al final son circunstanciales, que del propio abuso de poder, que siempre ha estado ahí. ¿Por qué esas mujeres no han podido denunciarlo antes? Eso es lo más terrible, que una mujer tenga miedo a denunciar algo por las repercusiones que pudiera tener. Quizá no volver a trabajar nunca. Es atroz el abuso de poder.