Es la actriz más veces nominada al premio Emmy de la historia de la televisión --16 veces, cuatro de ellas con final feliz--, sobre todo gracias a su trabajo primero en la mítica sitcom Seinfeld y después en la sátira política Veep . A los 52 años, desempeña su primer papel de relieve para el cine en Sobran las palabras , comedia romántica tierna y adulta recién estrenada en España, que medita sobre cómo, alcanzada cierta edad, todas las oportunidades de romance parecen condenadas al fracaso. La coprotagoniza junto al gran James Gandolfini, que el pasado junio murió de un ataque al corazón. Y gracias a ella opta a un Globo de Oro --y a otro gracias a Veep .

--Es difícil de creer que Sobran las palabras sea la primera película en la que usted aparece en 16 años.

--Lo sé, pero durante este tiempo no me volvía loca la idea de hace cine, más que nada porque mi trabajo en televisión acaparaba mi agenda durante nueve meses al año y quería dedicar los otros tres a cuidar de mis dos hijos. Es decir, irme de casa durante tres meses para ir a rodar una película quién sabe dónde no me apetecía. Pero ahora trabajar en Veep significa rodar solo 10 episodios al año, de modo que mi agenda tiene más huecos. Además, los niños ya no son niños. Estoy más abierta a hacer cine siempre que dé con proyectos interesantes.

--¿Y qué le interesó de Sobran las palabras ?

--Entre otras cosas que habla del síndrome del nido vacío, y eso es algo que me toca muy de cerca. Mis hijos tienen ahora 21 y 16 años, y cuando rodamos la película el mayor acababa de irse a la universidad. Lloré como una desesperada, y comprendí que la paternidad al final se reduce a una serie de separaciones. En todo caso yo reconozco ser una de esas madres que necesitan involucrarse con sus hijos hasta el punto de convertirse en amigas suyas. Y eso puede ser problemático.

--Usted tiene tendencia a interpretar mujeres cargadas de miserias. De hecho, su trabajo en televisión parece querer demostrar que un personaje poco o nada amable puede aun así resultar hilarante.

--Incluso la buena gente puede llegar a ser miserable o meter la pata, y yo soy un ejemplo, así que supongo que ese tipo de personajes me son cercanos. Además, me encanta ponerme en situaciones embarazosas. Como actriz de comedia, la vergüenza y la humillación me nutren.

--Mientras rodaban Seinfeld , ¿eran conscientes de estar revolucionando la televisión?

--Ya entonces nos dábamos cuenta de que no se hacía nada igual en televisión, pero no sabíamos que influenciaría tantas teleseries posteriores ni que llegaría a ser tan icónica. Nosotros simplemente no queríamos que se acabara nunca porque rodarla era extremadamente divertido.

--¿Qué recuerdos conservará de James Gandolfini?

--Jim era un pedazo de pan y un actor colosal. Era incapaz de mentir a la cámara, de modo que todas las emociones de su personaje eran genuinas. Nunca había sentido tanta química con ningún otro compañero. Lo echaré de menos.