Es la pintora portuguesa más importante del siglo XX y su obra se considera fundamental para el conocimiento del arte actual. Su última exposición monográfica en España tuvo lugar en Madrid en 1991, en la Fundación Juan March. Desde ayer y hasta el próximo 16 de septiembre, una parte representativa de la obra gráfica de Maria Helena Vieira da Silva (Lisboa, 1908-París,1992) se expone en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (Meiac). La presencia en Badajoz de estos trabajos ha sido posible en colaboración con la Fundación Arpaz Szenes-Vieira da Silva, que tiene un museo con pintura, dibujos y obra gráfica de los dos artistas.

La exposición del Meiac está integrada por la colección de obra gráfica de Vieira da Silva compuesta por una muestra general 33 grabados de distintas técnicas y un «núcleo especial» de 25 obras realizadas a buril, que es una parte de las creadas para la edición de poemas L’Inclémence Lointaine, del autor francés René Char, gran amigo de Vieira, en los que la pintora trabajó «muy bien» la relación entre la palabra y la imagen, porque fue creada de forma muy próxima a la poesía, según explica la comisaria de la muestra, Sandra Santos.

En estos trabajos con los poemas la pintora trabajó el grabado directamente con el buril y se dedicó a ellos en exclusiva mientras que las demás obras, muy diferentes, pasan por técnicas de colorido que no proceden directamente de la mano y tenía dificultades para encontrar el resultado que deseaba, por lo que experimentó mucho.

La artista portuguesa se mudó a la capital de Francia para estudiar en 1928 y allí se vio inmersa en numerosas influencias. Su obra está vinculada a la Segunda Escuela de París, donde conoció a su marido, el pintor húngaro Arpad Szenès. Vivieron juntos 75 años. Cuando se inició la Segunda Guerra Mundial tuvieron que marcharse a Río de Janeiro (Brasil), pues la dictadura de Salazar negó la nacionalidad portuguesa a su marido. Al regresar a París en 1947 su obra empezó a difundirse por toda Europa y está representada en los mejores museos de todo el mundo. «Sin duda es la pintora portuguesa más conocida internacionalmente», subraya la comisaria. Vieira Da Silva fue además una artista muy prolífica. «Era una trabajadora compulsiva que se dedicaba totalmente a la pintura, no salía mucho y viajaba poco, solo a a Portugal a ver a su madre o a las exposiciones, pero la mayor parte del tiempo estaba en su taller en París», cuenta Sandra Santos, quien además destaca su forma de trabajar «muy propia», pues tenía dificultad en dar por terminadas sus obras, era muy perfeccionista. De sus manos salieron más de 5.000 trabajos. La pintura es la más representativa.