Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que el spaguetti wéstern de los 60 y 70, llamado euro-wéstern desde hace unos años, era denostado abiertamente. Lo mismo ocurría con otros géneros populares como el cine de artes marciales, el exploit o el peplum, hasta que Quentin Tarantino, con varias de sus películas inspiradas en esos modelos (el ejemplo más claro es Django desencadenado), hizo que mucha gente mirará con atención los filmes que él utilizaba como referentes.

Pero pese a verse durante muchos años el wéstern italiano, o italo-franco-alemán-español, el representado por Sergio Corbucci (Django), Tonino Valerii (Mi nombre es ninguno), Duccio Tessari (Vivos o preferiblemente muertos), Enzo G. Castellari (Voy, lo mato y vuelvo) o Sergio Sollima (El halcón y la presa), como un sucedáneo del wéstern estadounidense, había un nombre que tenían en cuenta los puristas del cine del Oeste de Hollywood.

Ese nombre era Sergio Leone. Sus wésterns, mezcla de cine clásico y de la modernidad impuesta desde el otro lado del Atlántico, protagonizados por estrellas y rostros de carácter del cine norteamericano (Henry Fonda, Clint Eastwood, Jason Robards, Eli Wallach, James Coburn, Charles Bronson, Lee Van Cleef, Rod Steiger), empezaron a ser aceptados cuando se supo de la rendida admiración que profesaba a John Ford. De hecho, Leone fue el primero en rodar en el escenario sacrosanto de Ford, Monument Valley. Ford filmó allí La diligencia, Fort Apache, Centauros del desierto y tantos wésterns fundamentales. Leone rodó en Monument Valley algunos pasajes de Hasta que llegó su hora (1968). Ya se había ganado el respeto de los más incrédulos.

Muchos años después, directores como Martin Scorsese o, sobre todo, Tarantino, reivindicarían la importancia e influencia de Leone. Por supuesto, también lo haría Clint Eastwood, protagonista de la trilogía del dólar: Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966). Eastwood no era nadie en Hollywood cuando Leone lo vio en un episodio de la teleserie Rawhide y le contrató para encarnar al Hombre sin Nombre de la trilogía.

En ese personaje hierático a más no poder, mal afeitado y vestido con un poncho en rodajes almerienses y burgaleses (el cementerio del final de El bueno, el feo y el malo, motivo del documental recién estrenado Desenterrando Sad Hill), Eastwood cimentó su éxito. Nunca olvidó a Leone, a quien dedicó, junto con Don Siegel, Sin perdón (1992).

Por un puñado de dólares era la visión de Leone del clásico de Akira Kurosawa Yojimbo. El bueno, el feo y el malo lucía unos movimientos de cámara ultra modernos. Ennio Morricone experimentaba con la música del Oeste. Sam Peckinpah filmó la evidencia de la influencia de Leone en obras paroxísticas como Grupo salvaje (1969), aunque también se dijo que la forma de visualizar la violencia del wéstern italiano afectaba en negativo al cine del Oeste estadounidense.

Hasta que llegó su hora, protagonizada por Henry Fonda, Charles Bronson, Claudia Cardinale, Jason Robards e ilustres secundarios como Jack Elam y Woody Strode, dinamitó las convenciones en su forma de trabajar el sonido (casi como un cartoon) y dilatar el tiempo en la secuencia de apertura, cuando unos pistoleros esperan la llegada del tren y uno de ellos, Strode, el sargento negro del filme homónimo de John Ford, se dedica a jugar con una mosca, a la que atrapa entre la pared y el cañón de su pistola. Dario Argento (el rey del giallo) y Bernardo Bertolucci (paradigma del cine de autor italiano), ni más ni menos, participaron en la escritura del filme.

La última película de Leone, Érase una vez en América (1984), de casi cuatro horas, fue su homenaje al cine norteamericano a la vez que una visión sombría de ese estilo de vida a principios del siglo XX. Protagonizada por Robert De Niro, James Woods, Treat Williams, Tuesday Weld, Jennifer Connelly y Joe Pesci, supuso el triunfo de Leone en Estados Unidos. Cine de gánsteres melodramáticos y megalómanos, fumaderos de opio, la Ley Seca... Después del Coppola de El padrino y antes del Scorsese de Gangs of New York.