No solo sobre islamismo, kurdos o Turquía y Europa quiere hablar el Nobel de Literatura del 2006, Orhan Pamuk (Estambul, 1952). De hecho, prefiere rehuir esos temas y conversar sobre novela y museos, amor y ciudades. Esta semana lo ha hecho en Barcelona a propósito de la publicación de su primera ficción desde que es Premio Nobel. En El museo de la inocencia (Mondadori), Kemal, un estambulita de clase alta, se enamora locamente de su prima pobre Füsum y colecciona miles de objetos que la recuerdan. Es una novela romántica, al estilo de los musicales que producía el cine turco entre los años 60 y 80, pero también un repaso a la evolución de la sociedad turca: clasismo, aspiraciones de modernidad, revolución sexual frente a tradición...

--¿Tanto se parecen museo y novela?--He escrito un libro que se llama El museo de la inocencia y también estoy construyendo un museo, que se llama El museo de la inocencia . Para mí el museo es como una novela y la novela como un museo. Para decirlo brevemente, unos y otros tienen la cualidad de preservar los detalles de nuestras vidas: sensaciones, sonidos, objetos, imágenes, gestos. Cosas que tienden a desvanecerse. Los museos serán más personales, menos objetivos, como la novela, que representa el punto de vista de una persona, más que a una nación.

El museo de la inocencia

--Prepara un libro sobre la teoría de la novela. Reivindica lo naíf, la inocencia. ¿Del escritor, del lector...?--Son las conferencias que pronuncié en Harvard y titulé El novelista naíf y el sentimental . Allí planteo, como hizo Schiller, que hay dos tendencias en el arte. Cuando somos naífs, al escribir o leer, no pensamos en técnicas, métodos, todo es simple y genial y sentimos la ficción como real. Lo sentimental es reflexivo, consciente de los recursos técnicos, interpreta la realidad. Los novelistas deben ser tanto sentimentales como naífs. Y los lectores también. Debemos ser capaces también de leer una novela como si estuviésemos viendo una película, olvidándonos de que eso no es la realidad. No tengo ningún problema en ser naíf.

El novelista naíf y el sentimental

--¿En El museo de la inocencia se ha desbocado su espíritu naíf?--Es una novela de amor, aunque no quiere ser almibarada. Toma los temas melodramáticos de las películas turcas. El tema melodramático del amor, de hecho, es común a todas las culturas.

--Déjeme hacerle inocentemente la pregunta que Kemal le hace en el libro cuando usted aparece como personaje. ¿Orhan bey, ha vivido usted nunca un amor tan apasionadamente?--Yo puedo decir: "No, no, venga, pero si esto es ficción, no enloquezco de esta manera". Pero, por supuesto, no quiero que se lo crea completamente. Justo esta es la naturaleza de la novela. Nunca estamos del todo seguros de si el autor nos explica su experiencia o si está siendo imaginativo. El museo... es novela, no es biografía. Pero yo soy como Kemal: he vivido en los mismos barrios de clase media alta. El museo de la inocencia es mi libro más íntimo, basado en observaciones de la vida real.

El museo... El museo de la inocencia

--¿Más que Estambul?--Allí reflexionaba sobre la ciudad, aquí la muestro.

--En la novela muestra una clase media estambulita que aspiraba a ser europea. ¿Está frustrada hoy?--Hoy Turquía es más rica, está más cercana a los valores y modelos europeos que en los años 70. No se deje confundir por la política, los cambios económicos y sociales son mucho más fuertes. Pero por favor, soy un novelista, no un sociólogo.

--Pero hoy gobiernan...--El partido en el poder hoy es más o menos la continuación del partido conservador de hace 20 años. El país básicamente es conservador, la clase media secular no es más del 35% de la población y esto no ha cambiado. Pero la clase media es más rica y tiene más presencia pública.

--¿Ha visitado muchos museos para preparar la novela?--Hoy ha sido mi tercera visita al Museu Marés. La primera vez fue hace ocho años. Hay pequeños museos en los que el tiempo se detiene. Mire las fotografías (abre su cámara). He disfrutado mucho viendo la colección que hizo ese hombre.

--¿Es usted también coleccionista?--No. Tengo 16.000 libros pero no lo soy. Conozco muchos coleccionistas de libros que no los leen. El coleccionista es feliz poseyendo el objeto que no tiene nadie. Para mí, los libros son para leerlos. Y los objetos, para recordar el pasado.