El pasado año un estudio presumiblemente científico de la Universidad de Turín se propuso establecer mediante un algoritmo cuál era la película más influyente de la historia. Se trataba de calcular el mayor número de citas o referencias de una película en el interior de otras para concluir que la ganadora era... El mago de Oz. Aunque no parezca esa la mejor forma de establecerla, lo cierto es que el filme de Victor Fleming, adaptación de los relatos de L. Frank Baum, que puede degustarse como una versión rural y complaciente del universo caótico de la Alicia de Lewis Carroll, ha marcado sentimentalmente a varias generaciones y dejado una huella que puede detectarse en buena parte de la cultura pop de la segunda mitad del siglo XX.

La editorial Notorius ha publicado recientemente, firmado entre otros por Quim Casas, Espido Freire y Enric Ros, un libro conmemorativo en el que se deconstruyen todas las variables, que no son pocas, de la película, que el 11 de agostó cumplió 80 años. Quizá ahora no sea de visión obligada para los niños pero ha contado y mucho para los adultos que volcaron en ella sus miedos e indagaron en sus posibles misterios y su simbología. A partir de estas sí se puede decir que es la película más influyente y lo que es seguro es que es el filme de culto definitivo de la historia del cine.

DORITA Y SUS AMIGOS

3 Es difícil establecer cuándo la expresión «amigo de Dorothy» pasó a ser un eufemismo de gay en Estados Unidos, pero durante la segunda guerra mundial ya era de uso común . ¿Qué es lo que vio la comunidad para identificarse con la película aun antes de que en los años 60 Over the rainbow (Más allá del arco iris) se convirtiera en el himno gay por excelencia? Hay varias teorías: la tolerancia de Dorothy -en la versión doblada Dorita- con todo tipo de personajes inusuales, la Arcadia de una vida más sencilla y colorida. Y naturalmente, Judy Garland, a quien se vio crecer en directo mientras sus matrimonios fracasaban -uno de ellos fue precisamente con un gay-, y su voz prodigiosa se teñía de un dramatismo operístico. La heterodoxa Camille Paglia aventura que muchos gais se identificaron con ella porque tuvo un padre ausente y una madre poderosa y además esa mujer pequeña con una voz enorme, ya sea «hinchada o anoréxica, parecía estar en guerra con su cuerpo, algo que los gais entendieron a la perfección».

El ORGULLO DE STONEWAY

3 Cuenta la leyenda que el mito Garland creció y creció hasta culminar en la revuelta del 28 de junio de 1968, apenas una semana después de fallecimiento de la actriz, cuando un grupo de gais y drag queens echaron a rodar la conmemoración de su orgullo en el bar Stoneway de Nueva York con el arcoíris por bandera. Y un apunte más: en el segundo de los 15 libros que Baum escribió sobre el mundo de Oz aparece un niño llamado Tip, que pronto descubre que su verdadera identidad es la de una princesa. Con lo que, ¡ale hop!, tendríamos la primera trans de la literatura infantil.

EN BOMBAY

3 En un cine de Bombay de los años 50, a un niño contra el años después Jomeini dictaría una fatua, se enamoró del technicolor de la película. «El mago de Oz me hizo escritor» suele decir Salman Rushdie. Su visionado le llevó a escribir con 10 años sobre un niño que trepa por un arcoíris, origen de Harún y el mar de las historias, su primer libro infantil.

DAVID Y LA BRUJA BUENA

3 Sin embargo, la vertiente más oscura y adulta de esta influencia se encuentra en un autor mucho más torturado y complejo, el cineasta David Lynch. El título está en el decálogo de sus películas de cabecera y su filmografía está salpicada de referencias al filme infantil. Lo hizo de una forma muy directa en Corazón salvaje, en la que Lula y Sailor, los protagonistas son perseguidos por la terrorífica madre de aquella, a modo de bruja mala; Lula entrechoca sus zapatos como Dorothy para tratar de alejarse de la pesadilla que vive y Sailor, en una verdadera epifanía lisérgica, que deja al espectador trastocado, recibe la visita de la mismísima bruja buena.

Y su obra maestra, Mulholland Drive, ¿acaso no podría interpretarse como una versión bizarra de las penalidades de Dorothy en un mundo enloquecido? Sin olvidar, esa clave final para entender todo lo que se puede entender en esa película: cómo en la febril imaginación de la protagonista la gente que la rodea en la realidad se convierte en personajes de ficción. O lo que es lo mismo, el famoso final de El mago de Oz.

FÁBULA POLÍTICA

3 Es sabido, El mago de Oz, ese poderoso gobernador que dirige a sus súbditos a base de proyectar una imagen gigantesca, en realidad es solo un pobre hombre escondido tras una cortina. El simbolismo es claro y ha sido repetido infinidad de veces en la cultura popular. Baste citar una curiosa película de John Boorman -gran admirador de los libros firmados por Baum-, Zardoz (contracción de Wizard of Oz), una estilizada fantasía futurista protagonizada por un Sean Connery en taparrabos y con coleta, que utiliza el símil para construir una fábula sobre las manipulaciones del poder y las revoluciones. En 1974, Oz adquiría así una significación muy en sintonía con el poshippismo imperante.

BANDA SONORA SECRETA

3 La prueba definitiva de que la película se ha convertido en una obsesión que roza el delirio para algunos es esa teoría forjada en los años 90, difundida, cómo no, gracias a internet, según la cual alguien descubrió en un alarde de inútil intuición sobrehumana que si se ponía el disco The dark side of the moon de Pink Floyd, justo en el momento en el que el león de la Metro daba su tercer rugido y se apaga el sonido de la película se produce una sorprendente sincronía. A saber, entre decenas de ejemplos: mientras Dorothy mira al cielo mientras canta Over the rainbow en el disco se oyen sonidos de helicóptero. El tema Time y sus campanadas suena cuando aparece la profesora en bicicleta. The great gig in the sky dura lo que la escena del tornado y la cara A del disco se acaba justamente cuando la película se transforma de blanco y negro a color. Y así sucesivamente. ¿Que el disco dura menos que la película? No hay problema. Pues se vuelve a poner y los efectos para quienes quieran encontrarlos siguen apareciendo. Interrogados una y otra vez sobre el asunto, David Gilmour y sus muchachos se tomaron la coincidencia a pitorreo, culpando a unos seguidores que tienen mucho tiempo que perder.

MÁS BULOS (O NO)

3 Como a todo el mundo le gusta descubrir la cara oscura, no de la Luna, sino de las fantasías infantiles, durante mucho tiempo circuló el rumor de que el rodaje de El mago de Oz no fue trigo limpio. Y no, ese escándalo no tiene nada que ver con el hecho de que el perrito Totó cobrara 250 dólares al día mientras todos y cada uno de los 124 enanos que encarnaron a los munchkins tan solo 50.

SSucedió hace dos años, con la aparición de las memorias póstumas de Sidney Luft, tercer marido de Judy Garland, donde señalaba a los pequeños actores, adultos en realidad, como acosadores de su esposa cuando esta tenía 15 años. La propia actriz los acusó de correrse grandísimas juergas alcohólicas y el productor Mervin Leroy, aseguró que montaban orgías con prostitutas en el hotel donde se alojaban. Una de las últimas supervivientes de ese colectivo se defendió diciendo que es verdad había «cierta alegría» en el plató, dado que nunca antes los enanos del mundo del espectáculo habían trabajado en un grupo tan grande en Hollywood, pero que no se llegó a los excesos de los que se les acusaba. Y cómo bonus track, ese otro bulo que asegura que un enano-muchkin se suicidó durante el rodaje y que puede verse en una escena en la que Dorothy y sus amigos saltan alegres por el camino de baldosas amarillas. Sin comentarios.