Pablo Milanés y Silvio Rodríguez llevan unos días dando zancadas de gigante hacia una posición de honor en esa orla de enemigos íntimos que, de Mozart a Salieri y de Vargas Llosa a García Márquez, tanta literatura inspira. Los dos capitanes de la nueva trova hace 25 años que no se ven, según cuentas de Silvio. Jamás habían aireado por qué. Y así siguen, aunque el calibre de los cañonazos, cargados de rencillas personales y políticas, que se han intercambiado estos días da cuenta de las medidas de una herida cuyos espectadores han sido el mundo en general y la minoría cubana con acceso a internet en particular. Quienes en la isla están autorizados a tener conexión en casa o pueden pagar 10 dólares en los hoteles por una hora on-line (el tercio de un salario medio) han asistido, atónitos, a este fuego abierto de rencores sin saber si el espacio adecuado para dirimirlos es el despacho de un psicólogo o el congreso del Partido Comunista.

Todo empezó en agosto, pocos días antes de que Milanés, de gira por EEUU, cantara en Miami, donde los anticastristas lo habían recibido con insultos y una trituradora que hizo añicos cientos de discos suyos. Milanés --que se ha convertido en una suerte de outsider revolucionario y ha llamado "despreciables" a los artistas e intelectuales que en el 2003 cerraron filas con Castro tras la primavera negra, cuando tres disidentes fueron fusilados y 75 encarcelados-- concedió entrevistas a medios anticastristas que llevaron a grandes titulares sus peros a la política cubana.

Los dardos de Silvio

Luego, en una carta abierta a un periodista pro-Fidel que lo había criticado duramente, dijo cosas como: "Mis 53 años de militancia revolucionaria me dan el derecho, que muy pocos ejercen en Cuba, de manifestarme con la libertad que requieren mis principios. (...) Cuando veo que unas señoras vestidas de blanco en alusión a las familiares de presos políticos protestan en la calle y son maltratadas por hombres y mujeres, no puedo por menos que avergonzarme e indignarme y, de algún modo, aunque no estemos de acuerdo en todo, solidarizarme con ellas en su dolor".

Fue entonces cuando Silvio, al que oficialmente siempre le disgustó que su viejo amigo aireara sus críticas de "puertas para afuera", se abrió paso en el debate con la cerbatana en alto. Preguntado en su blog Segunda Cita acerca del lío de Miami, admitió que él y Pablo no se ven desde finales de los años 80 y que, aunque coinciden en muchos de sus juicios, "lo que escandaliza a algunos no es el contenido de sus críticas, sino la forma, que además de burda parece desamorada". Silvio aseguró que "duele" que Pablo dijera lo que dijo "a unos días de un concierto que, por más propaganda que hacían, no se llenaba". Y "para colmo", que lo hiciera ante micrófonos cuyos jefes "han pagado actos de violencia en Cuba".

Rodríguez también afirmó que la actitud de Milanés hace "daño interno" porque puede "servir de pretexto a los extremistas para cerrarse a cal y canto", cuando lo importante es que se siga "criticando, mejorando", esta ±sociedad imperfecta". Y aunque dijo que no es capaz "de juzgar públicamente a un viejo amigo", sí afirmó estar seguro --que se juzgue si es con ironía-- de que "Pablo está convencido de estar a la altura de lo que cree de sí mismo".

La respuesta de Milanés

Más tarde, fue Pablo quien replicó: sin sutilezas, como el que de pronto se quita el tornique y la herida supura a borbotones. Le envió dos mails a su amigo y realizador Juan Pin, autorizándole a publicarlos. Y estos han visto la luz en el blog de Rodríguez, con palabras que exhuman viejas miserias personales y revolucionarias. "Si ayer perdoné a los verdugos que indiscriminadamente me lanzaron con 23 años a los campos de concentración junto a 48.000 compañeros más de desgracia --dice, en alusión a los campos en los que se recluyó, de 1965 a 1968, a homosexuales, creyentes y otros subversivos-- lo hice porque no quiero que esta revolución sea como las otras que han devorado a sus hijos. Pero no perdonaré la doble traición pública de Silvio a quien una vez fue su hermano".

Aquí otro extracto: "Esta es una de las diatribas incontroladas de Silvio frente a mí llena de mentiras y tergiversaciones, como cuando me venía pidiendo perdón por todas ellas, desde hace más de 20 años, y yo no lo perdono. Es posible que una vez más llore, se arrepienta y pida el perdón que jamás le concederé; más aún cuando ha tenido el impudor de hacer público su viejo rencor (no sé de qué categoría, que lo analicen los psicólogos) y que ha comprometido mi dignidad y mi militancia revolucionaria".

Por cierto, que Pablo Milanés --quien en uno de los mails-bomba asegura que lucha para que "la revolución brote con nuevos frutos y nuevos conceptos" y que por eso ha "hablado con valentía"-- ha cancelado tres conciertos en EEUU. Unos dicen que por falta de aforo. El, que por "cansancio". Y mientras, la misma pregunta sigue alimentando chismes y leyendas: ¿qué pasó hace 25 años?