Un título como Abisal (Editorial STI) no puede sino evocar el vértigo del abismo, unas simas insondables y la inquietud que provoca cierta incertidumbre oscura. Sin embargo, no todo abismo es realmente amenazador: los habitantes de la zona abisal de los océanos son seres monstruosos pero a la vez admirables, con una belleza propia que los hace fascinantes. Y si bien muchos de los peces que nadan por esas aguas son realmente ciegos porque han estado siempre alejados de la luz, también los hay que emiten su propia fosforescencia, que ilumina pero a la vez consigue atraer a sus presas.

Estas tensiones de contrarios bajo una superficie aparentemente tranquila pueden encontrarse en el libro de Daniel Arana así titulado, y que ha publicado el Sindicato de Trabajos Imaginarios. En él. con sus poemas breves de versos quebrados, en los que importa más el sentido del significado que el envoltorio de la forma, el autor se zambulle en un mar oscuro en el que las palabras deambulan exhibiendo y negando a la vez su decir.

Martin Heidegger es el autor de una de las citas que encabeza Abisal, que dice: «El lenguaje es la morada del ser». Tanto la frase como su autor dan una clave para su lectura, en el que la influencia heideggeriana es más que evidente, tanto por la atmósfera existencialista que deja entrever comn precisión como por la constante búsqueda de la definición del ser. Quizá podría pensarse que un libro de tales planteamientos será árido y abstracto. Sin embargo, los versos de Daniel Arana miran y nombran a menudo la naturaleza --el mar, el campo, los animales, el paso del tiempo--, de manera que esta funciona en cierto modo como un reflejo de esa búsqueda intensa y real del poeta. Los sentidos y sus percepciones, de este modo, materializan con precisión esa indagación acerca del ser, el tiempo y la palabra que Daniel Arana dibuja con unos versos que aunque nazcan del abismo se dejan inundar por la luz. H

ABISAL

Daniel Arana.

Editorial STI.

68 páginas