La Casa de Medina Sidonia está regida por lo que algunos suelen llamar un Alma Grande. Sus efectos se esparcen por todos los ámbitos posibles del palacio que la alberga. Parten de unas actitudes asentadas en la coherencia más estricta y lo ocupan todo, dignificándolo no desde otros, sino a partir estrictamente de estos tiempos. La dueña del palacio es menuda y de apariencia frágil. Al igual que su casa, está llena de grandeza. Es el Alma Grande: Luisa Isabel Alvarez de Toledo la duquesa de Medina Sidonia, vigésimo primera titular de la casa ducal más antigua de España.

En España se la conoce como la duquesa roja . Repartió sus tierras y conoció la cárcel. Protestó por las bombas H caídas en el mar de Palomares, conoció el exilio y organizó su vida de acuerdo con sus ideas, trazando una línea de conducta de la que no se ha apartado ni un milímetro.

Según ella, el golpe del 23 F lo paró Tejero. "Era el único que creía en lo que estaba haciendo. Cuando le presentaron la lista de componentes del nuevo Gobierno que habría de surgir como consecuencia de aquel golpe, le pareció una componenda y respondió diciendo que antes de aceptarla le pegaba un tiro al general que se la estaba poniendo delante de sus narices y que luego se lo pegaría él a sí mismo. Lo previeron todo, menos la firmeza de ideas de aquel hombre".

Republicana

La duquesa es republicana. "Lo que yo llevo hecho aquí, el papel cultural que yo llevo desempeñado, es el que tenía que haber desarrollado el Rey en su nivel correspondiente, en vez de enriquecerse", dice con contundencia.

La duquesa roja se ha empobrecido, mientras tanto. Ha ordenado, cuidado, conservado y divulgado el enorme patrimonio cultural que supone la posesión del mejor archivo privado de toda Europa. Lo ha hecho sin ayuda; es decir, sin subvenciones y a cuenta de su patrimonio familiar.

Para continuar haciéndolo posible Luisa Isabel ha creado la Fundación Casa de Medina Sidonia y convertido el palacio ducal en una hospedería con todos los servicios inherentes a su nueva condición. Con las ganancias que obtiene prestándolos, mantiene el archivo y el palacio, sostiene la nómina mensual de todos cuantos trabajan en ella y conserva incólumes sus esperanzas. Nunca ha aceptado honores pero, al fin, se ha rendido a uno de ellos. Cuando Su Majestad El Rey le haga entrega de la Medalla de Oro de Bellas Artes pensará que quien tiene delante "es el Funcionario Mayor del Reino" para hacerse soportable el trance. Acepta el honor que se le otorga porque su adjudicación es atribuible al presidente Zapatero, "una persona llena de coherencia, el mejor presidente de Gobierno que ha tenido España", afirma.

El mundo de la duquesa de Medina Sidonia es el de la cultura. Ensayista, novelista e historiadora con tal cantidad de obra que sonrojaría a más de algún significado personaje poco adicto al trabajo, ejerce de archivera y documentalista de sus propios fondos.

Códices y manuscritos miniados del siglo XIV, conservados en su fundación, muestran dibujos de papagayos, realizados con perfección extrema, que no pudieron ser conocidos en la corte española hasta que reinaron los Reyes Católicos y se vivieron en ella los tiempos aceptados como los del descubrimiento de América.

Cartas de Colón autentificadas, demuestran que la historia pudiera ser otra distinta de la que nos enseñaron. Documentos familiares de Alonso de Guzmán, el almirante de la Armada Invencible, atribuyen a esta objetivos bien distintos del hasta ahora considerado único y verdadero: la invasión de Inglaterra. El destino del rey Don Sebastián, que todavía inquieta a no pocos de nuestros vecinos portugueses, pudiera tener en este archivo respuestas secularmente ignoradas. La duquesa roja lo sabe. Por eso guarda con celo la memoria.