Con el poso y la distancia que permite el paso del tiempo y después de haber hecho todo en el periodismo, Alfonso S. Palomares ha escrito Los laberintos del Espejo , una ficción, un relato, que a su vez acoge otras historias laberínticas, en el que denuncia el periodismo "manipulador", "tergiversador" y "canalla".

Alfonso Sobrado Palomares (Calvos de Randín, Orense, 1935), cuya vida ha estado dedicada al periodismo desde diferentes frentes; entre otras cosas, fue presidente de la Agencia Efe durante diez años, director de la agencia Radial Press, director del diario de Córdoba ; comentarista de Sábado Gráfico y Cambio 16 y actualmente de la revista Tiempo y de El Periódico de Catalunya , ha querido sacar a la luz "el lado más oscuro del periodismo".

En Los laberinto del Espejo , publicado por Ediciones B Palomares pone toda su memoria y experiencia al servicio de la literatura y con el espejo como metáfora borgiana, reflejo de múltiples realidades, traza una narración con intriga, erotismo, aventuras y mucha actualidad social y política, en la que una historia te lleva a otra, como el juego de las muñecas rusas.

"Es un libro muy crítico sobre el periodismo canalla. Pero también es un divertimento sobre este lado oscuro de la profesión, sobre la parte donde la montaña da sombra. Y tengo que decir; que el periodismo tiene más partes de alabanzas que de desprecio, pero no hay que olvidar los importantes lados oscuros".

El laberinto del Espejo tiene a dos protagonistas antagónicos, Pascual V. Rosales, director del El Espejo , experto en el amarillismo, y David Talmari, un productor y gestor cultural libanés, afincado en Madrid y empeñado en desenmascarar al cínico periodista.

Una narración que comienza con el decimoquinto aniversario de El Espejo , y un espectáculo inolvidable, un fracaso que los periodistas del diario manipulan contándolo todo al revés. Pero esto, sólo es el principio de una historia trepidante que llevará al lector al Líbano, en su momento de máximo esplendor, al conflicto entre israelíes y palestinos o a detenerse en la figura de Albert Camus o por el existencialismo de Sartre.