"Para amar, uno tiene que amarse a sí mismo", afirma el músico Julio de la Rosa. De amor habla y canta en La herida universal , esa experiencia por la que al menos una vez en la vida atraviesa toda persona.

Las 16 canciones que componen este disco (47 minutos de música) que presenta hoy (sala Mercantil de Badajoz) y mañana (sala Barroco de Cáceres) invitan a un viaje emocional hecho de subidas y bajadas, de alegrías y caídas.

La propia vida del cantante jerezano se ha ido construyendo de aportaciones externas de los lugares en los que ha vivido. Estudió Comunicación Audiovisual en Sevilla y pasó largas estancias en Nueva York o Barcelona.

"De esas experiencias en ciudades", explica, "uno aprende cosas que no solo sirven para la música. Ves otras maneras de hacer y tú mismo las haces. En Nueva York toqué en el metro por placer y el único dólar que me echaron salió volando por el aire que levantaron los vagones al paso. En Barcelona me salió un disco más reposado, quizá por el clima".

Sus inicios musicales los hizo con El hombre burbuja, un modo de expresar la música de género (a partir del pop) con un sello personal (al que le cabría la palabra autor).

Finalmente ha ocupado su tiempo de creación a solas publicando un par de discos, un par de libros y tres bandas sonoras (7 vírgenes y Una palabra tuya , entre ellas). ¿Tiene la voluntad de ejercer como autor, algo que se desprende en cuanto se escuchan las primeras canciones de La herida universal ? "Bueno, han llegado a definir mi música como pop rock de autor", comenta con humor. La etiqueta es solo una etiqueta, parece decir. "Aunque luches contra ti mismo siempre sales tú. Solo he procurado hacer canciones, sin más. La autoría me sale aunque no la ponga".