Amor, sexo, muerte, literatura, la mafia y Venecia --"esa puta pintarrajeada"-- son solo algunos de los ingredientes con los que un incombustible Antonio Gala ha aliñado Los papeles de agua (Planeta), su último libro, que este miércoles se dio el lujo de presentar en el siempre efectista e infalible marco de la noche veneciana. Luciendo uno de sus inseparables bastones, de madera y empuñadura de plata, con el que conminó a pedir un deseo a la casi treintena de periodistas convocados mientras brindaba con cada uno, este escritor de alma cordobesa nacido en Brazatortas, Ciudad Real (se dice que en 1930), se explayó locuaz, complacido y algo disperso hablando del personaje de Deyanira Alarcón. De nuevo, una protagonista de rimbombante y rebuscado nombre (recuérdense Desideria en La pasión turca o Palmira en Más allá del jardín ), y es que al autor le van los nombres raros.

Deyanira, es una escritora de éxito cuyo último libro y su matrimonio han fracasado y que escapa a Venecia hallando allí el amor, siempre aderezado de mucho sexo y mucha pasión, a través de dos "ninfas" bisexuales y sobre todo de Aldo, un irresistible ejemplar de macho italiano. De nuevo una voz de mujer --no hay que olvidar que para Gala, "la mujer manda. Sin Eva, Adán se habría convertido en mono"--. "Casi toda mi obra tiene voz femenina", confirmó.

Su nuevo libro parece un ensayo plagado de reflexiones y pensamientos, críticos e irónicos, sobre lo divino y lo humano que Deyanira desgrana en esos "papeles de agua", destinados a "morir en los canales de Venecia", a no ser nunca leídos por nadie ni publicados.

Ella es "malhablada, descarada y ordinaria" --cierto, Deyanira suelta lindezas como "no tengo el coño para ruidos"--. "Está como una cabra", reconoce Gala, pero el personaje cuenta su vida y pontifica sobre la virginidad ("esa parafernalia teatral de un coño que se abre por primera vez para recibir a una polla con bombos y platillos"), la masturbación ("excelentes trabajos manuales de artesanía pura"), el sexo ("el gran motor del mundo"), la homosexualidad ("una forma de ser y de sentir ... que ha llenado de gloria la literatura"), el amor ("no se dice: se hace")... A esta Deyanira, nacida Asunción Moreno y educada en la casa cuartel de la Guardia Civil de Alhaurín El Grande, el pueblo malagueño donde vive Gala, no le preocupa cargar contra los críticos, el mundillo literario y algunos autores. Ahí se despachó ayer a gusto el autor: "Borges es un blandengue, un perfeccionista y un poco pelmazo, a mí me fastidian los escritores pulidos como él, me gustan los valientes".

Para la otra protagonista, Venecia, no se le acaban los adjetivos a Gala: "Hermosa, viciosa, jugadora ..., la Eterna, la Serenísima, la gran puta que ha sabido ser reina, está vieja, pero sobrevivirá a todo".