Que el cine español (Urbizu, Balagueró, Cabezas...) se ha teñido de negro ya ha dejado de ser noticia. Que lo haya hecho un amante del melodrama como Pedro Almodóvar sí lo es. El manchego no se ha apuntado al thriller para sumarse a una moda. Ni siquiera para llevar más gente a las salas (Los abrazos rotos no fue ningún taquillazo). Lo ha hecho porque se lo ha pedido el cuerpo, que, en su caso, es "el corazón". "De todos los géneros cinematográficos el negro es el que ha dado grandísimas obras maestras. Me apasiona en mi madurez", explicó el cineasta durante la presentación en Madrid de su obra más radical, La piel que habito , escabrosa y delirante película en la que 22 años después se vuelve a encontrar con Antonio Banderas, que se atrevió a definir a su amigo como el "más complicado e intenso" de todos los directores con los que ha trabajado. "También el más genial", sentenció el actor, que interpreta a un médico "psicópata y falto de empatía" que experimenta con una mujer (Elana Anaya) para conseguir una piel perfecta. La película, que se estrena el viernes, también es la historia de una venganza, pero es mejor no saber más de la trama.

Consciente, de la dureza y de la intriga de su nuevo filme, Almodóvar pidió a los espectadores entrar en los cines libres de prejuicios. "Ese es el espectador ideal", destacó. Segundos más tarde, corrigió y aseguró que cada persona que paga su entrada es un "espectador ideal". Eso sí, dejó claro que cuanto menos prejuicios y menos información previa sobre la película tenga el espectador más disfrutará de la historia. Y después, que cada cual saque sus conclusiones. "Yo siempre he aceptado cualquier visión de mis películas porque todos los modos de verlas son reales", subrayó Almódovar, que atendió a pequeños grupos de periodistas.