Pedro Guerra se pone al móvil. Parece moverse por la habitación desde donde habla, manejar papeles; hacer varias tareas, entre ellas contestar preguntas. También toser, carraspear. Se le nota cansado. Serio. La cita es a las siete de la tarde. Se retrasa cinco minutos. Luego cinco más, mientras el cantante atiende otras cosas. La manager advierte: "Tengo que irme enseguida. No tardes". Diez minutos, sugiere. Pueden ser diez minutos, pues el músico canario es tímido y sus respuestas cortas. Habla de Bolsillos , su último disco, que pasado mañana sábado presenta en el Auditorio de Cáceres (el concierto lo organiza y patrocina la empresa Iniexsa) antes de que salga a la venta el 4 de octubre. Después, la grabación correrá entre las manos de sus seguidores, que han hecho de Guerra uno de los músicos más populares y respetados. Ahora se cumplen diez años de su primer disco, Golosinas , y el músico recupera para los conciertos un formato íntimo: él con su guitarra en el escenario.

--El título Bolsillos parece aludir a cajón de sastre, a pluralidad, a diversidad.

--Sí, es un poco de todo. Está tomado del título de una de las canciones. Pero metafóricamente alude a todo aquello que forma parte de nuestros recuerdos, de nuestro pasado genético, del lugar al que pertenecemos. Pero quiero aclarar que los títulos siempre los pongo después de componer las canciones. Busco uno que pueda unificar el sentido del disco, el más sugerente.

--Cuando hablan, para definir este disco o los anteriores, de nombres como Silvio Rodríguez, Dylan, Caetano Veloso como fuente de inspiración, ¿no cree que lo hacen por pereza para definir su propia música?

--Es posible. Pero esas influencias que menciona no están equivocadas. Me reconozco en ellas. Mi música es un compendio de muchos músicos; pero sí espero que con este disco haya alcanzado un sello personal y se pueda hablar de una música estrictamente mía.

--En Bolsillos habla de telebasura, del consumismo, de las fisuras de occidente... ¿Qué peso hay en sus canciones de lo que usted observa de la realidad. ¿Cree que con el tiempo ha aumentado?

--Es posible que sí. Cuando empecé a grabar, aquellos primeros discos eran más íntimos, reflejaban cosas que pasan en mi interior. Y ahora atiendo más a las sensaciones colectivas. Pero no sé por qué. En algún momento he dicho lo que tenía que decir y ahora me he hecho grande y digo otras cosas.

--Este disco llega diez años después del primero. No deja de sorprender que haya ocupado un espacio en la música, cuando tantos músicos y grupos han desaparecido.

--No es fácil. No sé muy bien cuáles son las razones de ello. Me he abierto un espacio donde trabajar con un público que entiende la música que yo quiero. Supongo que se lo debo al trabajo. También a haber firmado con una discográfica como BGM, o haber tenido éxito con la canción Contamíname .

--Le recuerdo en Badajoz a principios de los 90, de la mano de Luis Pastor, que venía a cantar a la ciudad y le traía a usted de promoción. Entonces era un desconocido.

--Sí. La ayuda de Luis Pastor fue fundamental entonces, sigue siéndolo. Seguimos cantando juntos. Lo hicimos hace unos meses en un concierto por las víctimas del 11-M.

--Ha conocido también las contradicciones: en el mundo de la música, en lo que tiene de negocio, en las transacciones que hay que hacer con los medios, con las gentes. ¿Cómo ha logrado sortearlo?

--Uno va cambiando, pero intentando mantener una línea, una coherencia. Yo he intentado tener claro lo que quiero y lo que no quiero y a partir de ahí actuar según lo que pienso.

--¿El viaje de Canarias a Madrid era inexcusable? ¿Si se hubiera quedado en Canarias no habría habido carrera?

--No habría habido carrera. Desde Canarias es difícil darse a conocer fuera.

--Publicó un libro en verano de, digámoslo así, combate.

--Desmontando el cinismo . Salió en el mes de junio y es una reflexión sobre lo que ha ocurrido este año, la guerra de Irak, las cosas que suceden en el mundo. La reflexión que he plasmado en él me ha servido para el disco.