En los últimos tiempos el peplum parece que casa bien con la tecnología digital más sofisticada, algo sorprendente teniendo en cuenta las características analógicas del popular cine de romanos (o de griegos) de antaño. Immortals no tiene el mismo estilo virtual de 300, pero casi. Se trata de un peplum numérico en el que importa más el envoltorio que el fondo, la estética abigarrada en todo (por la profusión de fondos y efectos digitales y por el diseño de producción en el que confluyen diversos estilos) que la historia que se cuenta.

En ella, el ambicioso Hiperión, que encarna Mickey Rourke, se dispone a masacrar a quien se le ponga por delante, con la ayuda de sus siniestros guerreros de rostro desfigurado, para conseguir un preciado arco con el que liberará a los titanes, y de este modo alcanzar una hegemonía que ni los mismos dioses le podrán cuestionar. A todo villano le corresponde un héroe, en este caso Teseo, el repudiado hijo de una prostituta.

Tarsem Singh filma el artificio en toda regla, no solo por la virtualidad de los escenarios y los movimientos, sino porque se acoge por igual a la estética del videoclip como a la del videojuego, aunque el resultado es más conseguido, incluso más homogéneo, que el de su primera película, la efectista La celda. Algunas secuencias de acción, como la del primer enfrentamiento de Teseo con los soldados de Hiperión, rodada en travelín lateral a modo de un videojuego, resultan más o menos conseguidas, pero la tonalidad general de la película es tan deliberadamente virtual y sombría que acaba perdiendo su efectividad.

En esta cinta de 110 minutos de duración y producción estadounidense también trabajan Henry Cavill y Luke Evans.