La campaña se publicó el 31 de enero en la plataforma de crowdfunding GoFundMe, y desde entonces corre por blogs, muros de facebook y cuentas de twitter de músicos y aficionados al jazz en todo el mundo. Jimmy Cobb, de 91 años, leyenda de la batería y único superviviente del grupo que en 1959 tocó en Kind of Blue de Miles Davis, el álbum más vendido de la historia del jazz, necesita 200.000 dólares para costear sus problemas de salud. Kind of Blue es el hito más llamativo de una larga carrera como acompañante que incluye otras grabaciones con Davis, pero también discos fundamentales junto a John Coltrane, Wes Montgomery o Dinah Washington. «Durante los dos últimos años, mi padre ha sufrido problemas médicos que conllevan serias limitaciones físicas. Por desgracia, debido a dificultades financieras no ha podido recibir el tratamiento adecuado», dice el texto de GoFundMe firmado por su hija. Es la única comunicación oficial que ha hecho el entorno del músico, y aunque no da más detalles sobre el estado de salud de Cobb, señala que el seguro médico no cubre los costes del tratamiento. Hasta ahora, sus fans, pero también artistas como el guitarrista Pat Metheny o el saxofonista Joe Lovano, han hecho donaciones por valor de 71.000 dólares.

¿Cómo puede el batería que grabó Kind of Blue encontrarse en una situación de precariedad económica? En su blog Do The Math, uno de los más influyentes del circuito del jazz, el pianista y articulista Ethan Iverson señalaba lo mismo y ha colgado una foto de la hoja de gastos de una de las dos sesiones de grabación que dio lugar a Kind of Blue. «Ese día Jimmy Cobb ganó 66,67$», escribió Iverson. Aseguraba además que Cobb no ha recibido jamás dinero por los millones de copias vendidas a lo largo de estos 61 años, y que Sony, dueña del disco, solo le ha pagado algunos miles de dólares por hacer entrevistas promocionales para apoyar las reediciones del súper-ventas del jazz.

El promotor Jordi Suñol, responsable de International Jazz Productions, que desde los primeros años 80 organiza giras europeas de músicos norteamericanos, lo corrobora. «He trabajado muchos años con Jimmy Cobb y todo eso es cierto, aunque nadie sabe cómo ha llegado a esta situación. Es un hombre sin adicciones, y honestamente no sé cómo ha manejado sus finanzas, pero hasta hace muy poco ha estado activo». Suñol asegura que la situación de Cobb no es para nada la norma, pero tampoco es un caso aislado. «Hay muchos otros músicos que hicieron discos de éxito y por temas contractuales tampoco vieron un duro. Es gente que ha aportado una barbaridad a la historia de la música y no se les reconoce». Pero más allá de la falta de reconocimiento, el principal problema es otro. «No es que sean músicos de jazz. Es que son norteamericanos. No tienen sanidad pública y los seguros privados son muy caros».

Suñol ha conocido de primera mano muchos casos similares. El más reciente, el del trombonista de Nueva Orléans Lucien Barbarin. La comunidad se volcó en conseguir fondos para su tratamiento, pero falleció el 30 de enero. «Lucien tenía una buena carrera, un buen salario, pero pilló uno de esos cánceres encabronados. El seguro, en la letra pequeña, no le cubría lo que realmente necesitaba. En ese aspecto, la sociedad norteamericana es una máquina de triturar».

El contrabajista catalán Alexis Cuadrado vive en Nueva York desde 1999, donde ejerce como músico de jazz y profesor en la prestigiosa New School. «Por desgracia el de Cobb no es un caso aislado. Aquí la cobertura sanitaria es un privilegio. La mayoría de la gente que tiene seguro lo consigue a través de la empresa. Y si la empresa cierra, estás perdido. Hay músicos que dan un par de clases en la New School solo para poder acceder al seguro, pero si eres músico y no estás vinculado a una institución educativa, o del tipo que sea, tienes que comprar un seguro médico como particular carísimo y malo». Jimmy Cobb es la punta de iceberg. Algo sistémico», resalta.