La carrera de Penélope Cruz se sustenta sobre la paradoja. La madrileña es una estrella de Hollywood y una ganadora de Oscar, pero gracias a méritos artísticos logrados casi exclusivamente en España. Asimismo, derrocha glamur clásico cada vez que pasea por una alfombra roja y luce aristocrática en las portadas de Vogue, pero su lado bueno frente a la cámara es el de heroína del pueblo; no es casual que Almodóvar la describiera en una ocasión como «icono proletario». Y, por último, Cruz es desde ayer flamante ganadora del Premio Donostia que concede el Festival de San Sebastián pese a que, probablemente, todavía no debiera.

«Cuando me llamaron para darme la noticia, yo les pregunté: ‘Pero, ¿estáis seguros? ¿No sería mejor esperar unos años?’», recordaba ante la prensa la actriz, que a sus 45 años es la más joven en recibir el galardón en toda la historia del certamen vasco. «Además, como en el fondo yo soy muy almodovariana pensé: ‘¿No será que me lo dan porque saben que me va a pasar algo malo?’».

Obviamente, el motivo del premio es otro: una carrera que pronto cumplirá tres décadas e incluye aclamadas colaboraciones con autores como Almodóvar, Woody Allen, Fernando Trueba y Asghar Farhadi; que se compone de comedias, thrillers, wésterns, melodramas, tragedias, musicales y blockbusters de acción; y que, como confiesa su propietaria, se basa en el trabajo duro. «Los 17 años que pasé practicando ballet clásico me convirtieron en una currante, y me insuflaron una disciplina casi militar», explicó. «Además, desde el principio me sentí tan privilegiada por tener la oportunidad de dedicarme al trabajo con el que siempre había soñado que quise mostrar mi agradecimiento entregándome al 200%. Por supuesto, siempre hay unas películas que salen mejor y otras que salen peor, pero me las he trabajado todas como si fueran la primera, o la última».

La actriz aprovechó su visita al festival para presentar el thriller político Red Avispa, que recrea el caso de los agentes secretos cubanos que en 1998 fueron enjuiciados en Estados Unidos acusados de conspiración y espionaje, y que coprotagonizan Gael García Bernal y Edgar Ramírez.

Como ella misma recordó, que Cruz se convirtiera en actriz no estaba previsto. «En mi familia no había nadie que se hubiera dedicado al arte, así que cuando les dije que quería actuar fue como si les dijera que quería ser astronauta». Asegura que empezó a practicar de muy niña, con 4 ó 5 años. «Jugaba sola, y me metía en la piel de diferentes personajes; eso me hacía sentirme transportada a otros mundos». También aprendió el oficio gracias al tiempo que posteriormente pasó en el salón de belleza que su madre tenía en Alcobendas, y a las conversaciones que solía tener allí con las clientas. Sin embargo, reconoce que, cuando empezó frente a la cámara, no sabía nada. «Cuando rodé Jamón jamón (1992) y Belle Epoque (1992) yo era solo una niña. He crecido en el cine, y eso significa que gracias al cine lo he descubierto todo sobre mí misma, y he aprendido a entender las emociones y los comportamientos humanos».

Gracias al cine, añade, ha conocido a algunas de las que con el tiempo se han convertido en las personas más importantes de su vida. Como las actrices Goya Toledo y Salma Hayek, que cuenta entre sus mejores amigas; o por supuesto como Javier Bardem, con quien ha trabajado en ocho películas y tiene dos hijos.

«En los rodajes se crean relaciones muy estrechas e intensas», señaló. «Recuerdo que tras el final del rodaje de Jamón, jamón yo me sentí completamente hundida, porque había vivido una experiencia maravillosa y temí que nunca más volvería a experimentar nada parecido».

No es casual, pues, que en el Festival de San Sebastián tuviera unas palabras de recuerdo para el director de esa película, el fallecido Bigas Luna. «Lo echo mucho de menos, especialmente en un día de celebración como este, porque después de todo fue él quien nos dio tanto a Javier como a mí nuestra primera oportunidad. Nunca supimos que estaba enfermo, así que no tuvimos ocasión de despedirnos de él. Pero él lo decidió así y lo entiendo», se sinceró.

Asimismo, Cruz destacó su relación con el cineasta que más ha hecho por su carrera gracias a títulos como Todo sobre mi madre (1999) y Volver (2006), y con el que ha rodado hasta seis películas. «Con Pedro [Almodóvar] tengo una relación muy especial desde el día en que lo conocí, y lo cierto es que la relación sigue creciendo, cada día. A estas alturas hasta nos podemos leer la mente». Almodóvar fue precisamente el encargado de hacerle entrega del Premio César honorífico que el cine francés le concedió el año pasado.