La querencia de Ana María Matute por la novela fantástica no es reciente como podría pensarse a la luz del éxito de Olvidado Rey Gudú . De hecho, esta novela, la siguiente, Aranmanoth , y La torre vigía publicada en el año 1971 y que mañana ofrece EL PERIODICO EXTREMADURA en su colección de Las Mejores Novelas en Castellano del Siglo XX, forman una especie de tríptico narrativo.

De nuevo la infancia, la crueldad vista a través de los ojos de un niño que pasa a la adolescencia en un castillo bajo la tutela de un antiguo guerrero. Pero sea en estas o en las novelas, digamos realistas, Ana María Matute ha construido un mundo propio que hunde sus raíces en la infancia, atravesada por la guerra civil en una familia de cinco hermanos.

Ella se quejaba de la falta de cariño materno suplido por el paterno: su padre, tras viajar por Europa regresaba y contaba a la futura escritora historias fantásticas. A los 4 años estuvo a punto de morir por una infección de riñón y al año siguiente escribió su primer cuento. Una nueva enfermedad grave le asalta a los 8 años. Dos años después escribe la revista Shibyl ; y a los 17 años su primera novela, Pequeño teatro . La literatura ya no la abandonará. Gana premios (el Nadal con Primera memoria , una de sus novelas más recordadas), y es candidata al Nobel en 1976. En 1996 ingresa en la Real Academia Española de la Lengua como la tercera mujer en acceder a esta institución.