Bad Bunny es un disidente. Rompiendo cánones estéticos, jugando con la ambigüedad sexual, o cuando se alía con luchas como la del colectivo trans o lidera las protestas en Puerto Rico que forzaron la dimisión de su gobernador. Quizá todo esto aún no da para miembro del Frente Popular de Judea de La vida de Brian, pero su intención es la de ser un disidente de los de verdad. Así se entiende también el título de su excelente segundo disco, YHLQMDLG (acrónimo de yo hago lo que me da la gana), una declaración de intenciones con la que planta la bandera de la latinidad en el pop global.

Bad Bunny anunció su lanzamiento de un día para otro. La salida fue un sábado (un día después del tradicional en la industria) y otra vez sin una gran discográfica detrás. Su portada: un niño en bicicleta que deja atrás imágenes de destrucción. Un mensaje claro de lo que es el álbum, una fiesta sin remordimientos, pero también con muchos sentimientos pasados imborrables. De hecho, en el videoclip del tema que abre el disco, Si veo a tu mamá, se ve a ese mismo niño salvando a un joven del suicidio recetándole el remedio contra la tristeza: «escucha a Bad Bunny».

Conectar con el público es el gran objetivo de este trabajo de pasado, presente y futuro. Y hacerlo a su manera: con un recorrido sonoro por su entorno. Si su debut en un largo, X 100PRE, era heterodoxo, este disco es transversal a partir de una selección de ritmos latinos pensada para el baile. Para ello se ha rodeado de artistas de su círculo. Al hilo de esta participación, con el objetivo de rememorar la gloria del reguetón, surge Safaera (con Jowel& Randy y Ñengo Flow), un tema de varios cortes que te traslada a una party de marquesina, las fiestas donde germinó el género. También representa eso La santa, con Daddy Yankee.

Hay mensaje y lenguaje explícito, característica de un artista que se muestra permeable, sensible y, a veces, hasta cercano. Una versión más afinada de su yo romántico en las letras, los tiempos, los ritmos. Bad Bunny surfea hábilmente en el desamor, en la ola de la nostalgia y la del despecho, un sentimiento al que le saca un rendimiento como ningún otro. Aquí destacan Vete e Ignorantes (con Sech).

la sorpresa / En un arranque sorpresivo, abre con una bossa nova en la sublime Si veo a tu mamá, que le reivindica como letrista. Le sigue La difícil, la primera de una retahíla de canciones que retratan a mujeres fuertes e independientes. Como más tarde lo son Bichiyal (con Yaviah) o Yo perreo sola, un himno al baile empoderado.

El disco, construido sobre sólidas y avanzadas bases electrónicas, gana oscuridad a medida que avanza. Ejemplos son la vanidosa Está cabrón ser yo o la reivindicativa P FKN R. Al final destaca también Hablamos mañana, con dos valores del trap latino como Pablo Chill-E y Duki, y con final metalero. El epitafio,