Del flamenco a la indagación en la memoria, el Día Internacional de la Danza se celebra en Extremadura este fin de semana con dos espectáculos de planteamientos distintos.

Hermanos de baile (hoy, en la sala Trajano de Mérida) es uno de esos montajes de fusión que llevan el flamenco hacia otras disciplinas, de las que, en general, sale intacto. Aquí, el despliegue coreográfico se mueve por los terrenos urbanos del rap, el break dance, el claqué.

Promovido por el bailarín de flamenco Raúl Ortega mientras estudiaba en Nueva York (allí debutó el pasado año como artista invitado en Lord of the miners ), un grupo de bailarines de diversos orígenes, callejeros como Héctor (fundador de Uniq, pionera en llevar el hip hop al teatro) o clásicos como Rubén Sánchez (especialista en claqué), representan esta hermandad en la danza. El espectáculo se apoya en una pequeña trama: los encuentros de varios artistas callejeros, que se desafían en duelos de baile.

DIVERSOS ORIGENES En otro extremo, la compañía extremeña Nada que ver propone un viaje a la memoria bailado por mujeres, a través de un espectáculo que une música, danza y proyecciones audiovisuales.

Sara García Guisado y Gisela Rodríguez comparten el escenario de Viajeras en la memoria (hoy, en el Gran Teatro de Cáceres), que bucea en memorias de diversas mujeres a través del tiempo (en diferentes épocas y lugares) para describir sus pequeñas vivencias.

Formada en danza contemporánea y coreografía por el Instituto del Teatro de Barcelona 1997, García Guisado estableció la sede de su compañía Nada que ver en Los Santos de Maimona.

Desde allí ha creado ocho espectáculos, que pretenden aunar la poesía visual y sonora extraída de la conjunción del movimiento, el sonido, el color, la luz, el espacio, y al que contribuyen profesionales de distintas disciplinas.