Con más de 50 años de carrera a sus espaldas Plácido Domingo, que está interpretando en Madrid el papel de Orestes en la ópera Ifigenia en Tauride , se muestra feliz de celebrar el evento después de haber superado un cáncer de colon, un episodio que siente ya como olvidado y que le motivó para volver con nuevas energías y exprimir todo bueno que ofrece la vida.

--Llega a los 70 en plena forma y con una agenda repleta. ¿Cómo se consigue eso? --Nunca pensé llegar tan bien hasta aquí. Me parece tan increíble que a los 55 años estimé que me quedaban tres de recorrido vocal y por eso acepté entonces la dirección de la Opera de Washington.

--Pues vaya ojo el suyo... --Sí (risas), porque luego seguí ampliando mi repertorio y acepté la dirección de la Opera de Los Angeles. Hace 15 años tampoco pensaba que llegaría a cantar en el Real. Y aquí estoy celebrando con gran emoción el aniversario con mis amigos y mi familia.

--Tiene compromisos firmados hasta el 2014. ¿Tan fuerte se ve? --Yo no me pongo límites. He decidido firmar contratos para ir alimentando nuevos proyectos. Pienso que es mejor así porque para cancelarlos siempre tengo tiempo.

--¿No piensa en la jubilación? --Seguiré mientras el cuerpo aguante y Dios lo quiera. Siempre he dicho que el primer día que sienta que mi voz no responde a lo que el público espera de ella, dejaré de cantar.

--Montserrat Caballé acaba de decir que lo va a dejar a los 80 años... --Y me parece muy bien si lo siente así, pero no creo que yo llegue a octogenario como cantante, aunque no hay que fiarse de mis pronósticos. Cuando tenía 33 años dije que la mejor etapa de un tenor estaba entre esa edad y los 38, y no hay más que revisar mi carrera para ver lo equivocado que estaba. Pasé de hacer el repertorio italiano y francés, al ruso, Wagner y hasta el barroco.

--Ahora se enfrenta a tesituras de barítono y cambia el perfil de sus roles... --¡En lugar de ser el amante soy el padre! Este es el caso de Rigoletto y Simon Boccanegra , que también creí que sería el último papel de mi carrera, pero acabo de estrenar Il postino y tengo en el horizonte Il ritorno d´Ulisse in patria , Thais de Massenet y una versión del Orfeo de Gluck.

--¿Qué le mueve a aceptar nuevos retos?--La pasión por lo que hago y la curiosidad e inquietud por descubrir óperas que no se cantaban y que pueden interesar al público. Y es que hay tanto repertorio que necesitaría tres carreras para poder satisfacer mi ambición.

--¿Quién es su mejor crítico? --Mi mujer, Marta. Ella como cantante y directora de escena tiene una sensibilidad especial y su punto de vista siempre es sincero. Ha tenido razón cuando me ha criticado y siempre me ha aconsejado bien.

--¿Qué puede hacer más por la zarzuela de lo que hecho? --Es un género que llevo en la sangre y que merece más reconocimiento. Mis padres eran cantantes de zarzuela y se entregaron tanto a ella que rechazaron opciones de triunfar en la ópera. Luisa Fernanda llegó a la Scala y al Met y ahora me propongo crear dos o tres compañías para llevarlas de gira por el mundo.

--Como director de orquesta, ¿no le tiembla el pulso al guiar a sus colegas?

--Me siento más a gusto trabajando con los jóvenes. Muchos han crecido siguiendo mi carrera y pienso que puedo ayudarlos en su promoción, como ha ocurrido con mi concurso Operalia.

--¿Qué recuerdos tiene de la época de Los Tres tenores? --Inolvidables. Empezamos en Caracalla, pensado que podría acabar allí, pero luego hubo 29 conciertos más. A algunos puristas no les gustó, pero gracias a este evento se multiplicó la afición por la ópera. Y fue una experiencia tan impagable como divertida compartir escenario con Carreras y Pavarotti.