Este señor --y la palabra no es un comodín sino altamente definitoria-- refinado y culto es uno de esos raros productos insulares que de vez en cuando destila la literatura: léase Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Llorenç Villalonga o Derek Walcott, al que por cierto tradujo. José Carlos Llop (Palma de Mallorca, 1956) novelista y poeta ha publicado Cuando acaba septiembre (Lumen), un poemario de vocación mediterránea en el que se proyecta una mirada que él define como "no corrosiva y nada vulgar" pero que muy bien podría calificarse de aristocrática y distante. "Es que si no pones distancia frente a la vida no escribes", se defiende.

En el poemario se pueden perseguir muchas de sus obsesiones: el Mediterráneo, por supuesto; los autores que le han formado, Kavafis, Durrell y su Cuarteto de Alejandría , que hoy no se atreve a releer por miedo a la decepción, o Robert Graves, mezclados con el mundo clásico. Toda esa indagación culmina en 21- I- 2011 , un largo poema dedicado a la muerte de su madre, el único escrito muy próximo a los hechos, apenas filtrado por el tiempo. "Y he pensado que hoy, con la nieve / tejiendo el aire de esta ciudad mediterránea, / era un día perfecto para su muerte".