Tenía razón Roberto Juarroz cuando decía que «allí donde la luz no alumbra, tal vez alumbre la sombra». Y es que hay libros destinados a brillar desde lo oscuro, a los que llegar tanteando entre penumbras con un candil, un mechero o la sola intuición del que busca. Lámparas ideales (Liliputienses, 2019) es uno de ellos. El 2019 ha sido un año muy intenso para Mercedes Halfon. Imprescindible señalar El trabajo de los ojos, la ¿novela?, reeditada por Las afueras, donde la autora reflexiona acerca de cómo su estrabismo condiciona la manera de mirar -y habitar- la realidad.

Y sin embargo poco o nada se ha dicho de su último poemario, que parece haber quedado fuera del campo de visión de las novedades editoriales. Porque Lámparas ideales es un libro que transita precisamente allí, en el lado oblicuo de las cosas, en las regiones donde el ojo desenfoca y todo es presencia leve, espuma y desaparición. Del mismo modo que el tiempo acaba por secar las plantas, también la edad endurece el sueño. Hay una suerte de vacío donde antes no existía; un halo de extrañeza en lo tan bien conocido.

«[…] camino seguido bajo los árboles que te custodiaban / tampoco cambian de posición / aunque su perfume se haya extinguido». La poesía dela escritora argentina Mercedes Halfon habla de aquellas señales que irrumpen y trastocan la idea que teníamos del mundo. Tal vez un rayo… un temblor… un rostro que nos mira desde el fondo del armario. Imágenes accidentadas que el poema no pretende responder; su cometido no es dar una respuesta. «[…] nunca se apaga la última luz en una ciudad / aunque no sepas exactamente / qué te trajo hasta ella».

Contemplación

Y precisamente del no saber es de donde nace la espera, la contemplación, el libro… Lámparas que alumbran las diferentes formas del adiós, que se apagan de un suspiro como el fuego con la lluvia, y que evidencian la fragilidad del hombre, parecido a una mosca, «que sabe lo que quiere aunque lo olvide / inmediatamente después».

Solo la pérdida nos acompaña siempre.