Sabina de la Cruz lloró todo lo que tenía que llorar el día que su marido, Blas de Otero (1916-1979), murió. Por eso, porque no le quedaban ya más lágrimas, no derramó ni una cuando abrió las carpetas en las que el poeta bilbaíno guardaba originales y copias ("con papel calco, ¿eh? Que entonces no había impresoras", advierte entre risas) de poemas suyos que nunca habían salido a la luz. "No lloré, no. Al contrario, tuve sensación de refelicidad porque vi que Blas había sido feliz, había tenido una vida gratificante. Yo era su mujer, sabía que Blas era así. Pero una cosa es que lo sepas y otra que lo veas escrito. Me gustó mucho encontrarme con esas hojas en las que desvelaba su pasión por las pequeñas cosas, ese fervor doméstico que tenía. Blas era un hombre feliz. Con sus depresiones, pero feliz. El tenía muy claro que había que buscar la felicidad", asegura la viuda del poeta, cuya Obra completa (incluidos varios textos inéditos) edita Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

"Cualquier persona que lea el libro podrá comprobar que Blas era un hombre íntegro y, sobre todo, un gran poeta. Un poeta sin petulancia. Un poeta que siempre se dirigió a la inmensa mayoría, que siempre defendió la libertad y la paz como los dos grandes bienes de la humanidad. Blas era el hombre más libre del mundo. Nunca siguió ninguna consigna", explica con pasión su viuda, profesora universitaria de Literatura y la mayor experta en la obra de su marido, poeta al que nunca le preocuparon, como a otros colegas, las nubes, sino los problemas de la tierra, del pueblo.

Reveladora minibiografía

Uno de los textos inéditos incluidos en Blas de Otero. Obra completa es una simpática y reveladora minibiografía titulada Historia (casi) de mi vida . En ella, el poeta echa mano de un gran sentido del humor para saltarse por alto la guerra, "esa gran cabronada que nos armaron cuatro militares, ocho terratenientes y cinco curas, con el respaldo del hijo de puta de Hitler". En otros párrafos, se pone más serio para dejar claros los cuatro puntos cardinales de su vida: pasear ("Yo no sé si he nacido en la calle, pero es ahí donde he vivido"), el arte, la mujer y la justicia.

Sabina de la Cruz y Blas de Otero se conocieron en 1961. "Era tan guapo... Yo y todas mis amigas estábamos un poco enamoradas de él", afirma buscando entre las más de mil páginas de Obra completa la foto del poeta, tomada precisamente el año que se conocieron. "Hablaba poco. Y yo, todo lo contrario. Al principio, me asustaba. Pensaba que no estaba cómodo, que algo le pasaba. Pero no. Descubrí que era así, de pocas palabras. Y, la verdad, es que me vino bien porque así me dejaba trabajar tranquila", afirma la viuda, emocionándose al leer un poema titulado Mi silencio en el que Otero constata que su silencio, transparente y hecho de aire, dice todas las palabras en una: "Te amo".

A pesar de que la vida de Otero fue una concatenación de guerras (la civil española y las dos mundiales), la viuda del poeta afirma orgullosa que su marido siempre tuvo un concepto positivo de la Historia. "Siempre me decía que la humanidad camina hacia delante y que nunca los pasos hacia atrás borran los que damos hacia delante. En el sentido histórico de la palabra fue un hombre optimista", concluye Sabina de la Cruz, que se vuelve a emocionar al leer otro de los poemas incluidos en Obra completa : "Cuando yo muera, continuarán saliendo los periódicos, publicándose mis libros, repartiéndose el correo (...) Cuando yo muera, ignoro cuál será la guerra de turno, la revolución próxima, el dictador sucesivo. Cuando yo muera, tú te sentarás a mi mesa con el pelo entrecano y releerás mis papeles, mis cuadernos, mis desdichas".