Un lustro después de su muerte, y más allá del éxito de su póstuma trilogía Millennium , Stieg Larsson (1954-2004) sigue siendo fuente de polémica. La última hace dos meses que dura en Suecia, a raíz del primer libro que se publica sobre él y que el jueves llegará a España. Su autor, el periodista Kurdo Baksi, que trabajó y compartió amistad con él durante 12 años, ha recibido numerosas críticas, entre ellas las de Eva Gabrielsson, compañera de Larsson durante 32 años.

"En Suecia, Stieg es un símbolo nacional, más importante que Abba e Ikea, y nadie parece entender que mi libro es un testimonio personal sobre un amigo, su retrato tal como lo recuerdo", explica Baksi en conversación telefónica, antes de ir a Madrid a presentar Mi amigo Stieg Larsson (Destino).

Baksi se deshace en elogios hacia su "amigo íntimo" en el libro "Pocas veces me he topado con alguien tan ardientemente comprometido con la democracia y la igualdad de los seres humanos (...) Siempre estaba dispuesto a dar la cara por aquellos que no podían defenderse a sí mismos".

De palabra, insiste en que "era un perfecto escritor", "un buen periodista de opinión y un reportero normal", porque "no siempre respetaba la ética periodística porque no podía ser neutral ni imparcial cuando escribía sobre la extrema derecha porque ellos querían matarlo".

Sin embargo, no se corta al cuestionarle que infiltrara a un joven de 17 años en un grupo nazi o que "reescribiera" y cambiara, "imponiendo su propio criterio", textos de colaboradores sin avisarles .

A las preguntas de este diario, Gabrielsson responde muy enojada con Baksi, de quien afirma que "no era un amigo íntimo" sino un colega más. Según ella, "lo que ha dicho de Stieg son calumnias" sobre cómo escribía e investigaba y "difamaciones por decir que odiaba a la policía".

Opina que el libro "debería ser retirado del mercado" y le acusa de "robar hechos e historias" que ella ha explicado a los medios "diciendo que Stieg se lo contó a él para demostrar que eran amigos íntimos".