Hace ya mucho tiempo que la novela negra no es coto vedado de investigadores machos, fumadores y solitarios. En España, la inspectora Petra Delicado de Alicia Giménez Bartlett fue una de las pioneras. La subinspectora Martina de Santo, de Juan Bolea, abrió otro camino. Ambos presentaron ayer dos nuevos casos de sus mujeres policías, que confirman la buena salud del género: el séptimo en el caso de Giménez Bartlett, el tercero en el de Juan Bolea.

En Nido vacío , de Giménez Bartlett (Planeta), Petra Delicado se enfrenta a una red de pornografía infantil, abuso de menores y trata de blancas. Un tema que le ha obligado a enfrentarse "al mal absoluto enraizado en el ser humano", le ha obligado a contenerse y le ha llevado a documentarse de la mano del inspector jefe Benjamín Blanco y, sobre todo, de su Petra en la sombra, la inspectora jefe Margarita García.

Crímenes para una exposición (Ediciones B) es la tercera novela de Martina de Santo. Bolea aspira a "renovar el género" por la vía de "plantear temas de carácter universal" y explorar la "profundidad psicológica y la complejidad de las tramas".