Hay que hablar con administraciones, diputación, fundaciones, organismos oficiales, institutos, conservatorios, orquestas, ensembles, ministerio: un poco de aquí, un poco de allá, una rebaja de cachés y, después de todo eso, se organizan un Festival Ibérico de Música y los ciclos Hojas de Álbum y el de Música Actual, el de Jóvenes Intérpretes, el Esteban Sánchez, el de Música Sacra...

Los más de 200 socios de la Sociedad Filarmónica de Badajoz tienen, como cabeza visible, a un saxofonista de treinta y pocos años que se llama Javier González Pereira y que, además (como la inmensa mayoría de los buenos músicos que conozco) es un lector incansable, lo que, en mi idioma, significa que lee mucho y lee bien.

No es fácil leer bien.

Yo querría un Javier González Pereira en cada sitio. Alguien con capacidad de organización, ideas, inteligencia, criterio, un conocimiento profundo del área que maneja, gusto magnífico y sabiduría para moverse en las procelosas aguas de las subvenciones.

También su creencia de que Extremadura merece lo mejor y lo más vanguardista.

En Badajoz ha tocado gente que solo ha ido a Madrid y Barcelona dentro de sus giras internacionales.

Les voy a contar, cómo funcionan los medios de comunicación, en general. La cultura (y la información) que existe es la que promueven esos dos grandes centros: Madrid y Cataluña. Sabemos de sus festivales, sus museos, sus ferias. Para la periferia, por muy buenas que sean sus propuestas, ese espacio no existe. De Extremadura vemos reflejado el Festival de Mérida y pare usted de contar. Ya pueden venir Patricia Kopatchinskaja o Maxim Rysanov: no estaremos. Y, sin embargo, a pesar de esa invisibilidad, vienen a tocar aquí.

Porque hay quien cree que es posible.

La sociedad, en general, nivela por abajo. A los periodistas también nos pasa: dependiendo del lugar en el que estemos, tendemos a pensar que nuestras características socioeconómicas son peores de las que son: que los ciudadanos son incultos (todos) y que aquí estamos nosotros para ofrecerles luz.

Para pensar en la posibilidad de arañar un espectador, un oyente, para organizar un ciclo de música contemporánea, una reunión de editoriales independientes y de poesía, ciertas obras de teatro, un encuentro de mujeres creadoras, unas micro-residencias artísticas en un pueblo, hay que nivelar por arriba. Pensar que hay individuos ávidos de nuevas experiencias, curiosos, más o menos desprejuiciados, que van a ir a ver, por ejemplo, cómo un grupo toca música dentro de una caja negra o la escenificación de unos lieder o un Atlas Eclipticalis de John Cage. Incluso, para pensar que lo mismo hay quien se equivoca y va allí pensando que es otra cosa.

Lo que te cuentan otros músicos es, por ejemplo, que la Orquesta de Extremadura sirve de avanzadilla a otras orquestas del país porque es valiente a la hora de programar su repertorio. Su labor no se circunscribe a esto. Más de 150 niños tocarán por primera vez juntos en el concierto de inauguración de la Orquesta infantil y la Orquesta Juvenil de Extremadura. Tampoco salen en los medios de comunicación nacionales las orquestas autonómicas valientes.

Ni los chavales valientes.

En Alburquerque hay una asociación juvenil, Sambrona, cuyos integrantes ponen en el coche música de Los Planetas y Supertennis porque han mamado el Contempopránea desde chinorris y no le dan al reggaetón. Desde hace años, tienen un proyecto que se llama Micro-residencias artísticas que pone Alburquerque del revés. Del 26 de agosto al 2 de septiembre, un grupo de artistas de entre 18 y 35 años, vivirán con otros artistas: los del colectivo el Palomar y Roberto Maqueda.

El Palomar es un proyecto artístico enfocado a la investigación, recuperación y producción de una posible memoria queer, o unas posibles memorias queer. «Pensamos que toda historia que es paralela, que no es oficial, que no está dentro de los libros, digamos, más importantes, no es la única que existe, sino que se construye al lado de otras muchas». A mucha gente, asume Rafa Marcos, le cuesta mucho confiar en un proyecto que es tan cambiante: «Trabajando con instituciones, las negociaciones han sido casi la parte más importante del trabajo. Hemos sufrido casos de censura. Y también nos ha pasado que la institución que nos ha invitado no quisiera que pusiéramos su logo en algunas de las cosas que imprimíamos». Es lo que hay si se trabaja con temática LGBTI.

Estarán en Alburquerque con Roberto Maqueda, que en teoría es percusionista y en la práctica es inclasificable porque está al frente de un sinfín de proyectos, a cada cual más dispar. Sus procesos de creación serían material para un reportaje de páginas con muchas fotos a color, pero no lo van a ver en ningún medio nacional. Y, sin embargo, ocurrirá.

Porque un grupo de chavales pensó que era posible.

Maxim Rysanov y la OEx en el XXXV Festival Ibérico de Música. Viernes, 25 de mayo. 20.30 horas. Palacio de congresos (Badajoz).

Orquesta Infantil y Orquesta Juvenil de Extremadura. Sábado, 26. 19.00 horas. Palacio de Congresos (Badajoz).