Revolucionó a los 23 años el adocenado panorama de la literatura española en la posguerra con Nada , novela ganadora del primer premio Nadal en 1944. No se sobrepuso a la fama ni a la presión de estar a la altura de su debut y su producción fue cada vez más dispersa hasta dejar la escritura y acabar sus días con la mente ausente. Esta visión sintética (y más o menos extendida) de la vida de Carmen Laforet no está a la altura de la compleja personalidad y los profundos traumas familiares y de identidad de la escritora nacida en Barcelona, que Anna Caballé e Israel Rolón se han propuesto desentrañar en la primera biografía del personaje, Carmen Laforet. Una mujer en fuga (RBA).

La historia de Laforet "ha sido siempre demasiado confusa y ha estado demasiado protegida", sostienen los autores. Su hija Cristina Cerezales ha dicho no tener aún una explicación clara de por qué su madre dejó de escribir. Caballé responde que la conciencia de "la incapacidad de continuar una trayectoria literaria sólida" es un motivo más que evidente, pero con unas raíces mucho más profundas que el puro rechazo al peso que acarreaba desde Nada .

"El problema viene de muy atrás, de la muerte de su madre, su sustitución por su madrastra, que le hizo la vida imposible, y lo que vivió como una traición de su padre, a lo que respondió con un mismo comportamiento que siempre repitió en circunstancias difíciles: huir", plantea la biógrafa. Lo hizo al dejar las Canarias y venir a estudiar a Barcelona, al seguir sus estudios en Madrid, al entregarse a una intensa experiencia religiosa durante siete años, al abandonar su carrera literaria en 1963, al dejar a su marido e hijos y vivir en Roma... Pero esta huida no fue solo física. Así definía Laforet, en una carta a una amiga, qué era para ella la escritura: "Una huida de mis malos fondos revueltos".

Llena de inseguridades, víctima a partir de los 60 de una patológica fragilidad emocional, el destino de Laforet no se puede separar del de la mujer en lo más negro de la España franquista: el rechazo a la fiscalización intelectual de su marido, el conflicto entre el amor a sus hijos, sus deseos de viajar y vivir la vida con intensidad y su rechazo al papel de la madre de familia tradicional... Para explicar el bloqueo creativo de Laforet, Caballé recurre a la condición autobiográfica de su narrativa, que le llevó a una trampa sin salida. "La publicación de Nada desencadenó el rechazo y la animadversión familiar, ya no vuelve a tener más la misma libertad para escribir y la va perdiendo aún más a medida de que sus libros provocan nuevos conflictos".