Nadie duda hoy, y más después del espaldarazo del Nobel, que Alice Munro sea una de las grandes cuentistas mundiales. Más difícil sería establecer quién se lleva esa copa en castellano. Uno de sus más serios aspirantes --aunque él solo aspire a mantenerse fuera de los escaparates construyendo lenta y obstinadamente durante años sus perfectos y emocionantes relatos-- es Eloy Tizón (Madrid, 1964), todavía desconocido para el gran público.

No hay más que leer a Tizón para apreciar que es un maestro a quien --ojo al dato-- John Banville ha invitado a formar parte de la antología Best European Fiction . Aunque en la trayectoria de Tizón también se contabilizan novelas, es en los relatos donde más y mejor ha brillado. Especialmente en Velocidad en los jardines , que publicó en 1992 con tan solo 26 años y que "muy lentamente", como especifica el autor, cristalizó como un libro mítico y seminal para los jóvenes escritores.

TIEMPO DE OBSESION El Tizón más sutil, preciso y un punto poético regresa en los 10 cuentos de Técnicas de iluminación (Páginas de espuma). En uno de ellos, Los horarios cambiados , habitado por un escritor obsesivo en sus correcciones, jamás satisfecho con el adjetivo, es fácil reconocerle. "Me tomo la escritura con mucha paciencia y a veces tardo en comprender la mecánica del relato. No lo entiendo hasta que no encuentro la voz", lo que podría explicar los siete años que separan este libro de Parpadeos , pero hay más. "A veces la vida te pone trabas y hay que destinar mucha energía a solucionarlas. Uno se queda sin trabajo, sin casa, sin pareja y tienes que reconstruirte. Eso ha ralentizado el proceso". De ahí que conciba estas historias, que parten de lo autobiográfico, como un exorcismo literario que solo ha podido poner en funcionamiento con la madurez, ahora que le falta poco para cumplir 50 años. "Como todo desahogo, estos relatos tienen una parte dolorosa y una parte de alivio".

En la formulación de Tizón hay muchos factores no siempre fáciles de detectar. Algunas historias --como, por ejemplo, Ciudad dormitorio -- están hechas de la materia de los sueños: "No me interesa la literatura fantástica, pero sí la fantasmagórica. Empezar en un terreno reconocible para acabar llevando al lector a un paisaje de extrañeza". Otro de sus trucos es no darle todas las piezas al lector a la hora de que reconstruya la figura, hacer que un relato eche a rodar literariamente un punto después de que la historia haya empezado y se cierre un punto antes de que realmente se acabe. "No doy las cosas masticadas, no por un ánimo de molestar a nadie, sino como una invitación a que el lector me acompañe y me ayude a construir el sentido del relato, porque no son cuentos que tengan un sentido cerrado".

También abundan, tal como anuncia el título, esas iluminaciones, ese momento de lucidez, en el que tan hábil se mostraba John Cheever, uno de sus cuentistas de cabecera. "Mis personajes están metidos en situaciones sombrías, pero yo intento mostrarles focos de luz a los que puedan aferrarse. He procurado que no se ahoguen. Tenía en mente la imagen final de las películas de Chaplin, en las que el vagabundo se ha quedado sin trabajo, sin casa, lo ha perdido todo pero sigue adelante".

Importante cinéfilo, puesto a encontrar referente en un realizador Tizón se queda con las películas de Wong Kar-wai, con quien le da un poco de pudor compararse, aunque ambos compartan una gran habilidad para captar la intensidad de un determinado instante. "Wong Kar-wai construye la emoción no basándose en el argumento, que es algo que terminamos olvidando. Lo que nos emociona es la textura de la imagen, el juego de la música. Consigue algo hipnótico que ojalá yo lograra en literatura". Tampoco olvida la belleza que trasmiten las películas del hongkonés. "Y es que en el mundo en el que estamos viviendo, con tanta reivindicación complicada, quizá sea bueno recordar de vez en cuando que el mundo es un lugar bello".

Obligado a la recomendación de uno solo de sus 10 cuentos, Tizón apenas duda. Opta por Manchas solares . "Es un relato que toca temas como soledad, la reconciliación y el perdón. En esa historia es fácil hacerse una idea aproximada de por dónde va mi escritura".