José Luis Garci (Madrid, 1944) regresa al cine después de seis años alejado de los focos y lo hace recuperando a uno de los personajes más icónicos de su carrera, el detective Germán Areta, al que dio vida Alfredo Landa en dos películas de cine negro que marcaron un hito dentro del género. El crack cero es una precuela (la primera del cine español) ambientada en los estertores de la dictadura franquista que reivindica un modelo de cine pretérito que sabe a Dry Martini y huele a tabaco mezclado con Varón Dandy.

—¿Cuáles fueron los mayores retos que enfrentó a la hora de componer este nuevo Crack?

—El primero fue encontrar a la persona que sustituyera a Alfredo en su juventud. Al principio lo iba a hacer Víctor Clavijo, pero no pudo ser por cuestión de fechas. Yo buscaba una característica que lo hermanara con Landa, que fuera un buen cómico y que supiera adaptarse a cualquier registro. Y esa capacidad la encontré en Carlos Santos.

—¿Cómo fue la reconstrucción de la época?

—Me di cuenta de que no podía rodar en la Gran Vía. ¿Qué es la Gran Vía ahora? Una manta enorme llena de bolsos falsos de Loewe, miles de personas en shorts que van hablando por el teléfono o mandando mensajes. Hasta que me di cuenta de que toda mi vida había filmado la Gran Vía, así que reciclé las imágenes, no utilicé ningún plano de archivo, todos habían estado antes en mis películas.

—¿Está al tanto de la actualidad cinematográfica y televisiva?

—En mi oficio es una obligación ir al teatro, al cine… aunque ahora ya voy menos. Ahora el cine es Netflix, está en casa.

—¿Y eso cómo lo valora?

—La vida evoluciona, quién se podía imaginar que tendrías todo el cine a tu disposición con un clic a la hora que tú quisieras. Poco a poco ese espacio virtual se convertirá en una gran biblioteca donde acceder a cualquier película, ya sea clásica o moderna.

—Eso repercute en las salas.

—Es que el panorama social ha cambiado mucho, cuando yo era niño ir al cine era lo único que había. Pero ahora hay millones de distracciones y si puedes ver películas en casa es todo mucho más cómodo, además, con esas pantallas estupendas que venden ahora. Yo estoy de parte del futuro. Y el futuro ya está aquí.

—¿Y no siente nostalgia?

—Yo es que he tenido nostalgia siempre. Creo que me la ha dado lo que ahora conocemos como cine clásico de Hollywood. Pero es jubilosa. Creo que el cine acabará en los museos. Es mi predicción, aunque será equivocada, como todas. Se pondrán ciclos de Hitchcock como si fueran Van Gogh o Vermeer.

—¿Y qué espacio cree que se le da ahora a la cultura?

—¿Por qué yo no voto? Porque me he estudiado todos los programas y candidatos y jamás escuché hablar a ninguno de cultura.

—¿Le molesta que le pregunten por su ideología?

—Yo siempre digo que miren mis películas. Ahí se ve cómo soy. Yo lo que te puedo decir es que nunca he sido ni seré progre, porque no estoy obsesionado con lo que se lleva para poder presumir ante los demás.

—¿Qué es espera de la recepción de ‘El crack cero’?

—Yo he querido hacer una película que acoja al espectador, que no tenga aristas. Al fin y al cabo, es una película de otro tiempo y yo un hombre del pleistoceno. Esto es una película B. Su cometido perfecto dentro de unos años será verla de madrugada, cuando haya pasado el camión de la basura. Es a lo máximo que puedo aspirar.