-¿De dónde surgió la idea de escribir Estudio en negro?

-Quería escribir una novela situada en la época victoriana, y de alguna manera basada en el personaje de Sherlock Holmes. Tenía sobre todo un interés particular, llevaba varias novelas ambientadas en nuestra época, todas bastante tiránicas con la tecnología y quería liberar a los protagonistas del móvil para poder investigar un poco en sus personalidades, con tranquilidad, sin que les tuviera que interrumpir la llamada del móvil y sin usar toda esa serie de mecanismos que en ocasiones sirven de prótesis de nuestras personalidades. Por otro lado, el personaje de Holmes me parecía un representante típico de esa clase de época, el hombre racionalista que intenta averiguarlo todo a partir de la deducción y del razonamiento.

-¿Podría considerarse una precuela de Estudio en escarlata?

-Es distinta porque en la novela hay un personaje que se llama Señor X, que es un enfermo mental ingresado en una residencia en Portsmouth y que tiene la característica, de que conoce a las personas muy bien y está muy atraído por los misterios. Una enfermera que es la voz narradora que lo cuida y atiende y un tercer personaje que se cruza con ellos y que es un médico novato, que se llama Arthur Conan Doyle. Este médico está intentando compatibilizar su carrera como doctor con la escritura, y está ya en ese momento inventando el personaje de Sherlock Holmes. Y me pregunté porqué no podría inspirarse en el Señor X, ese personaje tan extraño, que no tiene ni siquiera nombre.

-¿En qué se diferencian el Señor X y Sherlock Holmes?

-Hay una diferencia que creo que es fundamental. Sherlock Holmes lo enfocaba todo desde el punto de vista del razonamiento, él creía que razonando se podían deducir todas las cosas. El Señor X piensa que deduciendo puedes saber los hechos, pero las personas nos escapamos del razonamiento. A veces el por qué hemos hecho algo no es fácil de razonar, de hecho, la mayor parte de las veces es imposible. El señor X intenta de alguna manera intuirlo, hacer caso a ese gramo de locura que tiene, a esa forma de ver las cosas desde ese otro punto de vista para conocer la verdadera personalidad humana, y esa sería la diferencia con Holmes.

-¿Cómo es el Señor X?

-Yo creo que el señor X tiene una parte de locura. Él toca un violín que no existe y es una persona muy huraña. No quiere relacionarse con los demás, no le interesa nada más allá que el juego del enigma, el misterio. Pero por otro lado es también una persona necesitada de compañía. Cuando conoce a la señorita McCarey no le hace ningún caso, pero poco a poco va comprendiéndola y sobre todo asumiendo esa necesidad que tiene de afecto. Hay un momento en la novela en la que ella le invita a pasear en la playa. Eso era para él único, no había salido de la residencia desde que entró y nadie había hecho eso por él. Al principio eso le fastidia, pero después poco a poco comprende que es necesario un contacto con los demás, una emoción, y eso es lo que puede darle la señorita McCarey.

-¿Cómo se construye la trama?

-Hay varios asesinatos a gente pobre que aparece muerta en la playa con varias cuchilladas en el cuerpo. Sucede en días concretos y son un número de cuchilladas concretas, entonces todo eso desconcierta al Señor X que quiere descubrir qué hay detrás de todo eso. Conan Doyle le sigue la corriente porque le parece fascinante el tema, y la señorita McCarey va tras ellos como puede tratando de que su paciente esté feliz.

-¿Cómo es la relación del Señor X con la Señorita McCarey?

--Surgió poco a poco. Al principio las voces de ambos empezaron a unirse como cuando uno está escribiendo música y encajaron entre sí. Opiniones que chocaban siempre pero que tenían puntos en común. Eso me pareció bonito y fue surgiendo sin haberlo planeado y de manera natural. Él le da a ella algo obvio que es esa autoestima que necesita para poder sobrevivir y abandonar esa relación que tiene con un marinero que la maltrata. Ella es lo único que ha conocido en la vida y de repente el señor X le dice: «mírese porque es una persona muy valiosa por sí misma y no necesita de nadie». Y ella deposita en él ese punto emocional que todo el mundo necesita.