Hace ocho años, el director Koldo Serra (Bilbao, 1975) le preguntó a unos amigos guionistas si tenían alguna buena idea en clave de thriller. Le hablaron de una historia de atracos de bancos y rehénes que habían titulado 70 binladens. No quiso saber más. «Con ese título ya quería rodarlo», rememora hoy el inquieto cineasta vasco. Después de un largo e intrincado proceso de producción, Serra ha podido al fin estrenar su crónica de un robo bancario que se tuerce, un efectivo cóctel de humor negro y acción que protagonizan Emma Suárez, Nathalie Poza y Hugo Silva. Los binladens del título, por cierto, hacen alusión a los billetes de 500 euros, que reciben tal sobrenombre porque todo el mundo sabe que existen, pero nadie los ha visto. Se puede ver en Cáceres y Badajoz.

--Hay muchas películas de robos a bancos. ¿Qué cree que aporta ‘70 binladens’ al género?

-- He querido huir del atraco hipertecnológico, de los golpes perfectos tipo Ocean’s eleven, de informáticos entrando a hackear el sistema, de tipos colgándose por cuerdas. Quería hacer una peli de atracos, pero de atracos por andar por casa, con aire costumbrista, en una oficina de barrio, con dos ladrones de medio pelo, una rehén que necesita 35.000 euros en 24 horas y unos policías que parecen de verdad, no putos amos como en las películas americanas. Vendría a ser un poco como Tarde de perros [de Sydney Lumet] pero con la atmósfera castiza de La estanquera de Vallecas [de Eloy de la Iglesia].

--El reparto es uno de los grandes activos del filme, a ratos una auténtica pieza de cámara.

--Casi lo mejor era dejarles hacer. Que el director no se metiera. La peña era tan buena que mejor no distraerles, no la fuera a cagar. La verdad es que tener a dos de las últimas ganadoras del Goya a la mejor actriz frente a frente [Emma Suárez y Nathalie Poza] imponía respeto, pero ha sido una experiencia alucinante. Y muy afortunada. No es fácil poder juntar a estrellas de este nivel, pero la suerte ha sido que todo estaba muy planificado y hemos podido rodar de forma cronológica, así que los nueve actores han estado disponibles durante todo el rodaje.

--Da el protagonismo casi total a los mujeres. ¿Cree que ha cambiado la presencia de la mujer en el cine en los últimos años?

--Me gusta que en 70 binladens las auténticas protagonistas sean mujeres fuertes, porque el thriller siempre ha sido fundamentalmente masculino. En el cine español, desde Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto [de Agustín Díaz Yanes] no se había vuelto a hacer un thriller con protagonistas femeninas. En cuanto a lo otro… Creo que estamos viviendo un cambio en el que por fin vemos directoras, compositoras, directoras de fotografía… Antes parecía que en un rodaje solo podía haber mujeres en maquillaje, peluquería y vestuario. En 70 binladens había mujeres al frente de la dirección de arte y del sonido. Y las productoras son mujeres.

--Usted empezó fuerte en el 2006 con su ópera prima, ‘Bosque de sombras’. Luego estuvo casi 10 años sin estrenar hasta ‘Gernika’ (2016). ¿Por qué le costó tanto volver a rodar?

--Fue muy bestia debutar en una película con Gary Oldman, Virginie Ledoyen y Paddy Considine. Estaba convencido de que la segunda película iba a caer muy pronto, pero no fue así. He estado diez años de mi vida esperando... No he parado de currar, haciendo televisión y videoclips, de todo, pero nada de cine. Levantar películas en este país es un puto milagro. Se me cayeron varios proyectos cuando estaba muy cerquita. Pero surgió en su momento la posibilidad de hacer Gernika y, curiosamente, eso sirvió para poder reactivar el viejo proyecto de 70 binladens. He tardado 10 años en hacer mi segunda película y menos de dos en hacer la tercera. A ver si cojo carrerilla, porque no estoy para esperar otros diez años. Ya tengo una edad.

--Está trabajando para Netflix, rodando capítulos de la tercera y cuarta temporadas de ‘La casa de papel’.

--Es verdad. De hecho, me incorporé a la serie diez días después de acabar la película… Dos historias de atracos, sí, pero no tienen nada que ver ni a nivel de tono ni de puesta en escena. Yo soy de consumir cine en sala, pero la verdad es que gracias a las plataformas también se hacen cosas que de otro modo no ser harían.

--El cine vasco parece vivir un buen momento. ¿Lo percibe así?

--Hay mucho caldo en cuanto a técnicos. Y en cuanto a directores, está claro que hay una nueva generación que pega fuerte. Está ahí la productora Moriarti, y está ahí Paul Urkijo. Nuevas voces, y muy eclécticas. Y, por supuesto, los clásicos: Alex de la Iglesia, Daniel Calparsoro...