La España profunda, de nuevo. Extremadura, de nuevo. Una Extremadura que ya no existe y que ha llegado a asociarse al mundo de Los santos inocentes , la novela de Miguel Delibes llevada al cine por Mario Camus, o al de la matanza de Puerto Hurraco, que también se plasmó en el cine, con cierto escándalo regional, en El séptimo día , de Carlos Saura. Las consecuencias de aquel crimen, la muerte del último de los asesinos de 9 personas en la localidad extremeña, fue el impulso que despertó a Tomás Gayo, actor y productor, para escribir la adaptación teatral de una de las novelas fundamentales de la literatura española del siglo XX, La familia de Pascual Duarte .

Dos funciones en Extremadura (hoy en la sala Trajano de Mérida y el domingo en el teatro López de Ayala de Badajoz, dentro de su festival de teatro) permitirán al público contemplar los ecos de una región y un tiempo ya desaparecidos.

La novela la escribió Camilo José Cela a partir de su paso por la localidad pacense de Torremejía durante la guerra civil, donde permaneció entre el 8 de febrero al 3 de marzo de 1939. El escritor utilizó lugares extremeños para situar la trama de su obra: una farmacia de Almendralejo, donde aparece el manuscrito de un hombre condenado a muerte, Pascual Duarte; la prisión de Badajoz, donde el reo escribe la confesión de su crimen, el asesinato de un aristócrata, y la ciudad de Mérida, donde un tal Joaquín Barrera López recibe el texto del criminal.

Con esta narración, Cela inauguraba en 1942 una corriente literaria que se denominó tremendismo por la acusada violencia que se manifiesta en las acciones de los personajes. Y esa violencia, cuenta Tomás Gayo, ha pasado a la versión teatral, la primera que se hace y para la que ha contado con el permiso de la viuda del escritor, Marina Castaño.

Gayo ha escrito para la escena otras obras narrativas, como Tirano Banderas , de Valle Inclán, "tan difícil de adaptar" como la novela del autor de La colmena , que además también produce. "Y para ello he tenido que empeñarme hasta arriba", dice aludiendo a la configuración de La familia de Pascual Duarte como un gran espectáculo, un riesgo en estos momentos de crisis en que "no paga nadie y con las deudas que tenemos aún con las administraciones". Pero añade que la acogida del estreno el pasado agosto en Castellón de la Plana le hace concebir esperanzas.

La función de hoy en Mérida será el inicio de una gira por varias ciudades españolas. Las de Extremadura serán dos representaciones especialmente significativas, por lo que la ficción de Cela representa de retrato de una época en una comunidad atrasada como la extremeña en el primer tercio del siglo pasado y la visión cruda que de una sociedad instintiva y violenta. "Recordará a Extremadura por el vestuario, el decorado o la forma de hablar, aunque no es un montaje realista", aclara Gayo.

Su versión es fiel casi íntegramente a la novela de Cela, a diferencia de la adaptación cinematográfica que dirigió Ricardo Franco en 1976, y en la que apenas había diálogos. El adaptador ha trabajado durante los últimos dos años en coser las escenas de la novela para darle una estructura teatral. A partir de la primera escena, que transcurre en la cárcel, la obra viaja atrás en el tiempo para contar la historia de Pascual Duarte, un campesino hijo de un alcohólico, sometido por la violencia. El espacio carcelario, cuenta Gayo, se va convirtiendo, mediante un juego de luces y el influjo de las palabras, en los diferentes espacios en los que transcurre el relato.

El productor de La familia de Pascual Duarte se ha reservado, además, uno de los papeles de la función, el de capellán que acompaña "de principio a fin" a Pascual Duarte en la cárcel pacense.

"Es un cura de la época, que he humanizado" para dulcificar el carácter de aquellos sacerdo-