Alegría, esperanza, pero también algo de rabia por lo que pudo ser y no fue, y por tantos años de silencio y olvido. Los más de 200 ancianos presentes en Benetússer, a sólo tres kilómetros de Valencia, la ciudad que fue capital de la Segunda República y una de las últimas en sucumbir a la ofensiva franquista, mostraban sentimientos diversos ante la multitud convocada ayer para homenajearlos y asistir a un concierto con grandes nombres de la canción y de las letras.

El espíritu republicano afloró con fuerza ayer en Benetússer, al igual que lo hizo el año pasado en Rivas-Vaciamadrid. En la segunda edición de homenaje a los que lucharon por la democracia hubo también una gran concentración de personajes famosos. Aute, Raimon, Al Tall, José Antonio Labordeta, Loquillo y Luis Pastor, entre otros, representando a la canción; Pilar Bardem, Almudena Grandes, Benjamín Prado, Isabel Clara-Simó, Manuel Vicent y Susana Fortes, aportando la palabra.

Como era de esperar, ondearon las banderas tricolores y abundaron las proclamas republicanas. Y muchos vítores para sentencias con ánimo de hacer justicia. Raimon, con su estampa habitual --taburete y guitarra--, cantó Al vent y habló con sentimiento: "Estoy emocionado por estar en un homenaje a la gente que estaba en el bando en el que había que estar en el momento en el que había que estar".

´AL ALBA´ Aute dedicó Al alba , interpretada a capella, "a los defensores de una bellísima mujer llamada la república". Labordeta consiguió poner a toda la audiencia en pie con Canto a la libertad. "República es libertad", afirmó antes de expresar su deseo de que "un día llegue la tercera república".

Casi 10.000 personas, muchas de ellas jóvenes, se juntaron en el concierto-homenaje en el que se vio, entre otras personalidades políticas, a Antoni Bernabé, delegado del Gobierno en Valencia. Todos aplaudieron a Isabel Clara-Simó, que sobresalió en su turno de palabra: "Hace 60 años perdimos una guerra y aún nos sentimos humillados, aún nos tiembla el pulso, pero todavía nos queda la esperanza".

También cantó y habló Loquillo, que presentó sus respetos por a aquellos que lucharon esos años, y se acordó de su padre, miliciano republicano y carabinero. En tono más épico se pronunció Emilio Solo, cantautor valenciano: "A los republicanos, cuando nos morimos, no nos entierran, nos siembran", dijo.

Los supervivientes escuchaban atentamente. Todos tenían una historia que contar y ayer había miles de personas dispuestas a escucharla. Algunas eran heroicas, como la de Florián García, capitán del ejército republicano y líder del maquis en Valencia y Aragón, para quien lo importante de este tipo de actos "es que se explique qué fue la República y lo que se perdió, para poder construirla en el futuro".

HUERFANA Florián ya está en los libros, al contrario de otros relatos de pura tragedia y dolor, como el de la aragonesa Felicidad Soler, que con 12 años perdió a sus padres, fusilados en Cella (Teruel) en septiembre del 36. En ella persiste "el odio" contra los que la dejaron huérfana junto a sus tres hermanos. "Todavía me pregunto por qué".

Sólo cuatro años tenía Darwin Gadea (rebautizado José durante el franquismo porque su nombre no estaba en el santoral) cuando fusilaron a su padre contra el muro del cementerio de Burjassot. Fue uno entre cientos de la cuerda de presos valencianos exterminados en aquel lugar durante los primeros años 40. "Siento rabia y lo peor es que también miedo. La lucha de mi padre fue legítima pero tuvimos que pasar vergüenza por ser hijos de rojos".

Darwin sufrió "la última bofetada" cuando, al reclamar el expediente médico de su padre, descubrió que constaba como muerte natural.