‘Yo lo veo bien así, ¿no?, yo lo veo bien’ escucho la voz sobre el escenario de Alonso Núñez Fernández (Rancapino Chico, Chiclana de la Frontera, Cadiz, 1988) una hora antes de que dé comienzo la clausura de la Caracolá de Lebrija, que este año ha cumplido su 53º edición. Una vez más, con un éxito de convocatoria y programación acorde con el conocimiento que tienen de flamenco tanto la organización, Peña Flamenca, consistorio y/o colaboradores. Nada como saber para poder hacer. Hacer bien, me refiero. Y así, bien y como debe hacerse, Rancapino derrochó mieles sobre el escenario del teatro municipal Juan Bernabé, acompañado por las guitarras de Antonio Higuero y Paco León, Manuel Cantarote, José Rubichi y Luis Monje, a las palmas, y Caracolillo de Cádiz, en los coros. Un poco después del ensayo quedó con una servidora, y una hora después, la que les escribe, sonreía embobada ante tanta categoría, generosidad y dulzura. Dulzura, porque Rancapino Chico es, ante todo, dulce y bueno. Es una buena persona, y luego cuando se sube al escenario es un grandísimo artista que nos desmerece la astilla que es, y mucho menos al palo al que pertenece. Alonso Núñez es hijo del gran cantaor Alonso Núñez Núñez ‘Rancapino’, y de Juana Fernández Núñez, sobrino de Orillo del Puerto y biznieto de la Obispa. Vamos, que de flamenco el chiclanero sabe algo. Disfruté de su compañía, de su espectáculo y ahora espero que ustedes también de esta entrevista. No le pierdan ojo, y sobre todo, vayan afinando el oído. Pasen y lean.

--Otra edición más de esta Caracolá de arte…

--Y no sabe usted lo orgulloso que me siento de estar aquí. Este festival tiene muchísima categoría y estoy muy feliz de estar aquí, y más, en el teatro municipal Juan Bernabé.

--Y además, en una programación en la que también ha cantado su padre. Si su sobrina Esmeralda, como parece, sigue la estela familiar, ¡habrá que hacer una Caracolá solo para vosotros!

--Bueno, ¡ahí estamos, ahí estamos! (se ríe) me siento muy contento de que también mi padre haya estado en esta Caracolá porque él se lo merece. Él se merece estar aquí en Lebrija, y en todo lo que haya, porque mi padre es un cantaor de los que no quedan.

--Ser el hijo de un grande, ¿le hace más fácil o más difícil el camino profesional?

--Depende, depende de lo que hayas sembrado. Mi padre es una persona que ha sembrado bien, y en realidad, en lo que es en el arte en sí es más fácil, pero a la misma vez también difícil. Fácil, porque cuando yo llego a cualquier lado mi padre, que ha sembrado algo muy especial, siento que todo el mundo lo quiere. Es una satisfacción muy grande que yo salga a la calle o vaya a cantar a cualquier lado, y sin haber estado antes me quieran, como si me conocieran de toda la vida. Mi padre ha dejado una huella humanitaria que eso le llega a todo el mundo, llega al alma, y eso me beneficia. Pero por otra parte, también es un poco más difícil porque él canta como canta, y lo que ha dejado ahí como cantaor…, yo tengo que dar la talla. Mi padre Rancapino no es un cantaor cualquiera.

--Tiene que dar un poco de vértigo vivir siempre con esa espada de Damocles…

--Cuando me voy a subir al escenario a cantar, en realidad sí, porque la gente te está escuchando consciente de que soy el hijo de Rancapino. Te mira de otra manera, pero realmente, si hay un por ciento en el que sea mejor o peor, me beneficia en un 80% y un 20% está eso. Pero, al fin y al cabo, siempre gana lo que él ha dejado como persona, porque él siempre dice que ‘el artista’, y yo lo pienso igualmente, el artista está en la persona.

--Como en el periodismo, ¿las malas personas en el flamenco no pueden ser buenos artistas?

--Yo lo tengo claro: el artista es la persona y la bondad va por encima del arte. Cuando escucho a alguien que me gusta, pero veo que como persona no vale nada, ya no me gusta ni cantando, ¿sabe? Y no te hablo solo del cante, tanto si toca la guitarra, baila o toca las palmas. Uno tiene que ser como es y si eres bueno, aunque quieras ser malo vas a ser bueno. Ahora, si eres malo, y quieres ser bueno…, al final te sale lo que eres, inconscientemente.

--¿Y qué me dice de ese disco que ha grabado y del que conocemos lo justo?

--Ufff…, eso ha sido muy, muy bonito. Se me ocurrió hacer algo con los artistas, con los que están ahí y han dejado una huella, con los mayores…, ‘Por mi amor al arte’ se llama este trabajo.

--La selección de esos artistas la hizo usted…

--Sí, la hicimos entre otros, mi productor Domi Serralbo, y yo mismo… Hubo gente que se me pudo olvidar y otros que no pudieron por trabajo, por cosas…, pero la mayoría vinieron. Con la ayuda de Domi, la coproductora Almudena de la Maza, la generosidad de Antonino Parrilla, el Nano de Jerez…, fue una cosa muy bonita.., yo me he criado con esos artistas, me he criado con todos ellos.., ellos me conocen como soy, saben cómo es mi persona.., les llamé y fíjese si son humildes y buenas personas que hasta ellos me daban a mí las gracias, ¡y al revés!, yo les tengo que dar las gracias a ellos por venir. Se las di veinte veces, y ¡50.000 veces más que se las voy a dar! Nunca voy a acabar de dárselas. Nos llevamos el estudio al salón de Antonino Parrilla en Mairena del Alcor porque nos dejó su casa, ¡de tal manera! que yo era más dueño de la casa que él (se vuelve a reír)

--Pero lo curioso es que invitó a todos esos artistas, pero ellos ¡no cantan!

--Después se lió claro (se vuelve a reír) pero ellos vinieron a escucharme como público y yo, como si estuviera en el salón de mi casa. Pusimos sillas, sofás y ellos ahí, mirándome.

--Y qué sintió cuando veía la historia del flamenco viva ahí mirándole mientras cantaba…

--Eso ha sido…, artísticamente y moralmente en el arte…, para mí ha sido lo mejor que me ha pasado…, lo mejor. Ha sido un momento de mi vida, de mi carrera, que yo jamás voy a olvidar. Una de las cosas más bonitas que me han ocurrido en mi carrera ha sido ésta: grabar mi primer disco ‘Por mi amor al arte’ rodeada de grandes del flamenco.

--¿Puede compartir alguno de los nombres de esos invitados ilustres?

--Estuvieron Pasenco, Aurora Vargas, Pedro Peña, María Vargas, Manuela Carrasco, Nano de Jerez, Vicente Soto ‘Sordera’, Juan Villar, Chiquetete, Cancanilla de Málaga, Antonia Contreras y su marido…

--Qué suerte por haber vivido eso…, mire, ¿usted piensa como su padre que el flamenco se tiene que cantar con faltas de ortografía?

--¡Sí hombre! además, si lo dice el maestro, ¡habrá que hacerle caso! porque el maestro es el que sabe, nosotros somos los alumnos y somos los que tenemos que aprender! (se vuelve a reír)

--¿Cuál ha sido el mejor consejo que le ha dado su padre?

--Que sea formal, que atienda muy bien a las personas, que nunca cambie, que sea como soy. Mi padre se preocupa mucho de mí, porque dice que no tengo maldad, y que tengo que tener cuidado. Siempre está con el ¡ten cuidado, ten cuidado! a todas horas está dándome consejos, pero a mí me gusta escucharlo. Me gusta aprender de lo bueno para hacerlo, y de lo malo para apartarlo.