Cuando Robert Redford anunció hace unas semanas que no volvería a actuar en el cine tras el estreno de la película que acababa de rodar, su decisión no pareció tener mucho sentido; después de todo, su actividad frente a la pantalla ha sido especialmente intensa y fructífera en los últimos años -hasta participó en una entrega de 'Capitán América'-. Ahora que 'The old man and the gun' acaba de presentarse en el Festival de Toronto, sin embargo, se entiende perfectamente que quisiera poner fin a su carrera interpretativa con ella. Es el broche de oro idóneo.

"Pensé que no solo es una gran historia, sino que mantiene un tono optimista y positivo con el que me pareció idóneo despedirme", ha explicado Redford durante su visita al certamen. "Especialmente considerando lo oscuros que son los tiempos que vivimos, al menos en el ámbito político". 'The old man and the gun' cuenta la historia de Forrest Turner, que pasó toda su vida robando bancos y escapando de prisión y que, si la película está en lo cierto, siempre lo hizo con una sonrisa en la cara. Aquel tipo de vida le hacía feliz. El director David Lowery lo retrata a principios de los 80, al final de su carrera delictiva. Se le está acabando el tiempo, pero él se niega a aceptarlo. "Es un hombre que no siente remordimientos sobre nada de lo que hizo a lo largo de su vida, y nunca mira atrás", opina Redford. "Yo también solía ser así, pero ya no", añade. "Desde que alcancé cierta edad, de vez en cuando necesito recordar el pasado y pensar en lo que hice mal y lo que hice bien. Y el balance es positivo, creo".

TODA UNA ÉPOCA

A sus 82 años, el actor se aleja de la pantalla tras haber llegado hace tiempo a un punto solo accesible a unos pocos intérpretes, en el que su mera presencia aporta trascendencia a cualquier película y cualquier escena. Al contemplarlo en 'The old man and the gun' uno no solo ve su carrera entera, toda una época pasada de Hollywood. A lo largo de la película, además, Lowery no pierde una sola oportunidad de conjurar los fantasmas de la filmografía de su estrella, usando fotos y fragmentos de títulos previos en los que ya dio vida a personajes fuera de la ley, como 'Dos hombres y un destino' (1969), 'Un diamante al rojo vivo' (1972) y 'El golpe' (1973). "Desde que era niño me gustó meterme en la piel de hombres forajidos, así que me parece apropiado interpretar por última vez a uno".

De hecho, en su conjunto 'The old man and the gun' funciona a modo de metáfora de la carrera como actor de Redford. Su protagonista podría dedicarse a rodar películas en lugar de robar bancos y la historia seguiría teniendo sentido. Lo vemos pretendiendo que sus dedos pulgar e índice son una pistola, comportándose como un crío, pasándolo en grande. ¿Por qué alguien querría renunciar a eso? Es obvio que él se hace la misma pregunta. "Pasar página no significa jubilarse", matiza el californiano. "Jubilarse significa detenerse, y yo pienso seguir creando arte y dirigiendo películas". Redford volverá a ponerse tras la cámara una vez más para recordar la figura de Robert Oppenheimer, el inventor de la bomba atómica.

Quién sabe si finalmente Redford reconsiderará su decisión en caso de que se le presente el personaje adecuado, pero no parece que vaya a ser así. Después de todo, ¿cuántos papeles tan suculentos como este último hay disponibles para actores de su edad? 'The old man and the gun' le ofrece la oportunidad perfecta para cerrar una venerable carrera actoral que se ha extendido a lo largo de casi 60 años, para irse recordando al público que disfrutó haciendo lo que hizo, y que mantuvo la sonrisa en la cara mientras lo hizo.