El más esquivo de los directores del cine español, y el que posee una sensibilidad más sublime, reapareció ayer en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Víctor Erice (Carranza, Vizcaya, 1940) dio una lección de cine, lanzó un grito político y reivindicó la memoria colectiva en Centro histórico , película portuguesa firmada también por otros tres cineastas de culto: Aki Kaurismäki, Pedro Costa y Manoel de Oliveira. Ninguna de sus piezas, sin embargo, están a la altura de la magistral parte firmada por el director vasco, que viaja a una desmantelada fábrica y habla con sus ex-empleados para demostrarnos el significado del orgullo obrero.

Erice no ha hecho un reportaje de televisión, de esos que, a su juicio, tanto abundan ahora en el cine documental. Lo que ha hecho ha sido responder a la obligación que tiene todo cineasta: "Ver las cosas desde otro punto de vista". Cristales rotos , título de su pieza en el filme colectivo, es magistral. Como lo es todo en la escasa filmografía del reverenciado maestro, que no rueda una película con actores profesionales desde el año 1983 (El sur ) y por lo que dijo ayer en la Seminci no tiene pinta de volver a hacerlo nunca más. No tanto por él sino por la salvaje "mutación" que ha sufrido el cine.

"El cine fue el gran arte popular del siglo XX. Mi generación creció con eso, pero hoy se ha perdido. Hoy es un vulgar entretenimiento de masas. El objetivo es captar al consumidor, ni siquiera le voy a dar la categoría de ciudadano", sentenció. Pero Erice, que conste, no es que esté a favor de filmes raritos solo aptos para exquisitos paladares. Lo que le produce una inmensa frustración es que, hace años, "las mejores películas eran también las más taquilleras". Y puso a Hitchcock y Chaplin como ejemplos. También a él mismo al recordar que El espíritu de la colmena se estrenó en octubre de 1973 en un cine de Madrid de 600 butacas que registró un lleno total durante varias semanas, algo impensable hoy en día. La actual y abismal fractura entre el cine de autor y la taquilla es, en su opinión, "un grave problema de organización social" en el que tienen mucho que decir los ministerios de Educación y Cultura y de Industria.

PREOCUPADO Aunque sus últimos trabajos no se han visto en salas sino en circuitos alternativos, Erice no vive ajeno a la hecatombe que sufren muchos de sus colegas. "Soy consciente de los problemas actuales. Y por supuesto que me preocupan, pero es que el cine español ha sido históricamente un fantasma industrial. Las mejores películas de la historia siempre han estado más cerca de la artesanía que de la industria", comentó tras poner como ejemplo un título tan modesto como maravilloso: El verdugo . Si ahora no encontramos en la cartelera cintas como la de Luis García Berlanga es por un solo motivo: porque hoy el cine es "vicario del criterio y el empeño de las televisiones, que no son auténticos profesionales" del séptimo arte.