Qué huella física queda del pasado? ¿Qué suscita hoy la contemplación de vestigios que en su momento, antes de su derrumbe, marcaron significativamente el lugar en que se levantaron? En las imágenes del fotógrafo cordobés Manuel Muñoz (1965), los vestigios de la guerra civil en Extremadura constituyen apenas una sugerencia. A lo largo de dos años, visitó La Serena, recorrió sus pueblos, se entrevistó con sus gentes, se documentó y fotografió los efectos del tiempo sobre aquellos espacios en los que, entre 1936 y 1940, la guerra y sus secuelas determinaron la vida de sus habitantes.

"Nos encontramos con una obra artística y no documental", aclara el crítico Michel Hubert Lépicouché, comisario de La Serena. Escenarios de una memoria , que se inaugura hoy en el Archivo Provincial de Cáceres (plaza del Conde de Canilleros).

Muñoz había presentado en el 2008 Los establos del general , un trabajo sobre las huellas de las guerras (la civil y la de la Independencia) y ya entonces realizó algunas fotografías en La Serena. La Consejería de Cultura y Turismo extremeña le propuso ampliar el trabajo centrándose fundamentalmente en la comarca del este de Badajoz en el marco del interés de la comunidad autónoma por difundir lo que se conoce como memoria histórica, referido al periodo de la guerra civil y la inmediata posguerra.

En el cementerio italiano, donde yacen combatientes de aquel país enviados por Mussolini para apoyar a Franco, una botella incluida entre los restos inhumados de un soldado guarda una nota con el nombre del militar. "Era una costumbre enterrar a los caídos con ese mensaje, pensando que en el futuro serían desenterrados", explica Hubert Lépicouché sobre una de las imágenes de la exposición.

En otra de las fotografías, se observa el pedestal sobre el que se erguía una cruz de piedra mientras cerca pasa una manada de borregos. Son los restos del que fue campo de concentración de Castuera. Una metáfora acude al espectador: borregos al matadero que, en una transposición mental, podrían verse como presos del campo en dirección al matadero en que se convirtieron las minas próximas a esa zona, explica el crítico.

PRESOS La imagen del puente derribado de Tablillas es fácil verla, según Hubert, como una metáfora de la España dividida por la guerra o de la destrucción de España. En aquella comarca se estableció la línea que separaba la zona nacional (mayoritaria en la región) de la republicana, que se denominó Bolsa de la Serena. De aquel frente estancado y su posterior situación (la instalación del campo de concentración), apenas se conservan restos. Pero lo que queda da pie, apunta Manuel Muñoz, a "reflexionar sobre lo significativo del tiempo, sobre su decadencia, sobre lo que borra y se olvida".

En mitad de esos signos, destaca una naturaleza imponente, ajena a las tragedias que se sucedieron alrededor. Michel Hubert cita una obra de Goya que plasma el asalto a una diligencia. "En lugar de recargar los cielos con nubarrones o tonos oscuros, Goya lo pinta hermoso, azul: la naturaleza sigue su curso en medio de las cosas de los hombres".

El tamaño enorme de las imágenes proporciona "un mayor impacto", según Lépicouché. "Te permite participar más de cada escenario", añade Manuel Muñoz.

El fotógrafo cordobés aclara que su exposición no es didáctica. No cuenta nada en sí sobre la guerra civil. "No es mi misión". De manera que el espectador que se acerque a ella podrá simplemente detenerse en la lectura sobre los estragos del tiempo en las construcciones humanas.