¿Qué cosas me vienen a la memoria cuando evoco a Paul Newman? Los suspiros de mi madre cada vez que su nombre y sus películas aparecían en la conversación. Cuando se inclina sobre la mesa de billar en ´El buscavidas´ y uno siente que en ese preciso instante en todo el mundo solo importan esa bola, ese taco y ese tapete verde.

Discutiendo con Elizabeth Taylor que se agarra a él como a un koala en ´La gata sobre el tejado de zinc´. Sus palabras al referirse a su mujer, Joan Woodward: "para qué ir a buscar una hamburguesa fuera de casa cuando en casa tengo un filete". Su rostro en cajas de palomitas de maíz y de salsa para ensalada que te daban ganas de comprarlas solo para sentirte mucho más acompañada en la cocina.

Dos de las cuatro películas que hizo como director, que vi en televisión siendo niña y me dejaron una huella indeleble: ´Rachel, Rachel´ y ´Los efectos de los rayos gamma sobre las margaritas´, dos filmes tristes, melancólicos, extraños, donde Paul Newman demostró poseer un punto de vista rabiosamente personal sobre las relaciones humanas.

Pero si tuviera que quedarme solamente con un fragmento de su increíble filmografía me quedaría con una formidable secuencia de la película ´Ni un pelo de tonto´, dirigida por Robert Benton.

Tras cuadrar al personaje interpretado por Bruce Willis, Paul Newman sale a la calle para encontrarse con la mujer de aquel en la película, Melanie Griffith, con la que mantiene una especie de romance platónico. Ella está esperándole en el coche para huir con él. El la mira un instante, la ve llorar y decide renunciar a ella. Se aleja cojeando y ella, entre lágrimas, le dice. "Eres un hombre de verdad".

Sniff.