Por qué no empezar a hablar de Cannes 2010 con una analogía facilona? El festival empezó ayer con mal pie, en sentido casi literal porque el director Ridley Scott no pudo presentar en persona su Robin Hood por una operación en la rodilla, y en sentido figurado porque inaugurar con una película mediática pero artísticamente fallida es un tropiezo. Así que el actor Russell Crowe acaparó las preguntas de los informadores.

Robin Hood termina donde versiones previas empiezan: el héroe y sus acólitos crean una comunidad secreta en los bosques.

A lo largo del filme, situado a principios del siglo XIII, lo vemos luchar junto a Ricardo Corazón de León, combatir el imperio del terror instaurado por el sheriff de Nottingham y ayudar al Rey Juan a oponerse a la invasión francesa de Inglaterra, y entre gesta y gesta tiene sueños freudianos sobre su fallecido padre y habla a un público entregado acerca de la redistribución de la riqueza. También, claro, coquetea con Marian.

"Es un romance muy adulto, se acercan lentamente el uno al otro, así que decidimos no incluir la típica escena en el bosque, rodeados de pájaros, árboles y mucho barro", bromeó el actor Russell Crowe.

En realidad, lo que Scott ha intentado no es muy distinto de lo que Cristopher Nolan logró con Batman begins : establecer los orígenes de un héroe célebre, darle unos antecedentes reconocibles y eliminar los aspectos más potencialmente camp de su leyenda en favor de un enfoque sobrio y realista.