Las cosas están cambiando en Hollywood o, cuando menos, en su Academia de Cine. Tras años de revolución por la irrupción de las plataformas de streaming, de tumultuosas polémicas que han obligado a encarar los problemas de falta de diversidad en la industria y de desconexión entre sus premios y los gustos del gran público, las placas tectónicas de la meca del cine se están recolocando. Al menos a eso apunta el anuncio ayer de las nominaciones para la 91ª edición de los Oscar, una lista donde Alfonso Cuarón y Roma han hecho historia con diez nominaciones, las mismas que ha logrado también la otra máxima nominada, La favorita, de Yorgos Lanthimos.

Los hitos de Roma son múltiples. Es la primera producción de Netflix que lucha por el premio a mejor película, un triunfo innegable para una plataforma demonizada por muchos pero que ha cambiado las reglas del juego y que demuestra su poderío invirtiendo más dinero en la promoción para los Oscar, 25 millones de dólares, que los 15 que costó.

La lucha de Roma por el premio gordo, además, lleva a una película en español donde no había estado nunca antes. El día 24 de febrero podría ser la primera en hacer doblete en mejor película y mejor en lengua no inglesa. La nominación de Yalitza Aparicio como mejor actriz protagonista marca un antes y después para las intérpretes indígenas. Y Cuarón merece punto y aparte.

El mexicano, que ya ganó el Oscar como director por Gravity, ha superado las tres nominaciones que Orson Welles obtuvo por Ciudadano Kane y ha igualado el récord de cuatro de Warren Beatty por Rojos y El cielo puede esperar. En el caso de Cuarón, primer director nominado tanto por la realización como por la fotografía, opta también a estatuillas como productor y guionista.

La Academia, que echó marcha atrás en el polémico plan de crear una categoría a mejor película popular, ha dado cabida de forma distinta a la idea que latía tras la iniciativa. Black Panther acumula siete nominaciones y ha entrado entre las ocho a mejor película, llevando a una producción de superhéroes donde ninguna había llegado antes. Ha nacido una estrella, otro éxito de taquilla, también está en ese octeto de aspirantes a mejor filme (una de sus ocho nominaciones), una estatuilla por la que pujan El vicio del poder (8), Infiltrado en el KKKlan (seis) y Green Book y Bohemian rhapsody (cinco).

Los cambios que en los últimos años ha realizado la Academia para diversificarse y rejuvenecerse laten también en otras decisiones de sus cerca de 8.000 miembros. El griego Yorgos Lanthimos y el polaco Pawel Pawlikowsky, director de otra joya en blanco y negro, Cold war, se suman a Cuarón en la lucha por dirección junto a Lee y Adam McKay, realizador de El vicio del poder.

La nota negativa, aunque historias como La favorita tengan marcado acento femenino, es que las mujeres han visto retraerse su presencia en nominaciones en categorías como dirección o guion. Solo están, en esta última categoría, Deborah Davis como cofirmante del guion original de La favorita, por la que son candidatas tanto Olivia Colman como protagonista y Emma Stone y Rachel Weisz en reparto, y Nicole Holofcener, coguionista de ¿Podrás perdonarme algún día?, que también ha llevado a Melissa McCarthy a la nominación como protagonista.

Al menos Hannah Beachler es la primera mujer negra nominada en diseño de producción por Black Panther. Y quizá Glenn Close, en su séptima nominación como actriz, pueda alzarse con la esquiva estatuilla por La buena esposa, una mujer que, a diferencia de sí misma, accede a vivir y someterse a la sombra de un hombre. Hay quien ve también reivindicaciones femeninas en Lady Gaga en Ha nacido una estrella, por el que está nominada como protagonista y por la canción Shallow.

Entre los actores protagonistas las nominaciones recuerdan los buenos frutos que dan en los Oscar los personajes reales. Christian Bale opta por su transformación en Dick Cheney en El vicio del poder; Willem Dafoe por su papel de Van Gogh en A las puertas de la eternidad; Rami Malek como el Freddie Mercury de Bohemian rhapsody; Viggo Mortensen como el conductor blanco de un pianista negro en Green book. Solo el músico en decadencia que interpreta Bradley Cooper en Ha nacido una estrella no tiene un equivalente real.