¿Qué es el cine? ¿Qué es una película? Los Oscar, la fiesta anual que Hollywood organiza desde hace 91 años y que históricamente ha sido una celebración endogámica de la propia industria, no parecen el lugar más indicado para dar respuestas definitivas a preguntas existenciales del séptimo arte. Los interrogantes, no obstante, llevan tiempo acentuándose, sobre todo desde que entraron en el juego de la producción, distribución y exhibición los servicios de streaming y este domingo, cuando en el Dolby Theater se den a conocer los ganadores en una abierta e intensa edición cargada de debates y polémicas con aroma a viejo y a nuevo, puede que se avance en las respuestas. Cuando menos, se arrojará una luz sobre las definiciones que se plantean los cerca de 8.000 miembros con derecho a voto en la Academia de Hollywood, una organización en obvia transformación.

El eje central de las discusiones de estos Oscar es Roma, la creación a la vez íntima e inmensa de Alfonso Cuarón, que con sus 10 candidaturas es la máxima nominada junto a La favorita. Y si centra la mayoría de las conversaciones, los artículos y los podcasts no es tanto por el trabajo en sí de un cineasta ya reconocido por Hollywood y su Academia que podría obtener el primer Oscar a mejor película para una producción no rodada en inglés y convertir al mexicano en el primer realizador premiado también por dirigir la fotografía de una película que ha logrado, además, la primera nominación de una actriz indígena, Yalitza Aparicio. Lo es porque es, también, una película de Netflix.

El éxito

La coronación de Roma supondría para la plataforma mucho más que sacar rédito a los entre 20 y 30 millones de dólares que se estima que ha invertido en la agresiva promoción de una película de autor en blanco y negro que costó menos que eso. Netflix, un mastodonte que tiene presupuestados 12.000 millones de dólares para producir contenido original este año y que es la primera plataforma que ha entrado en la poderosa Motion Picture Association of America, el lobbie en el que se reúnen los seis grandes estudios (que serán pronto cinco cuando Disney complete la adquisición de 20th Century Fox), sería la primera en alzarse con un Oscar a mejor película. Las preguntas existenciales seguirían sin resolverse y el debate no acabaría pero los términos podrían cambiar, al menos en Hollywood, donde Disney, Warner y Apple también van a lanzar este año servicios de streaming.

Batallas más habituales

Los Oscar de este domingo escenifican también otras batallas más habituales en los premios de Hollywood. Con Black Panther en el octeto de candidatas a mejor película no solo se ha reconocido un fenómeno cultural y social de trascendencia racial sino que el cine de superhéroes finalmente ha llegado donde nunca antes le había dejado estar la Academia. Y las nominaciones al premio gordo de Bohemian Rhapsody, Ha nacido una estrella y Green Book junto a Roma, La favorita, Inflitrado en el KKKlan y El vicio del poder ejemplifican la variedad de gustos de una academia cambiante, una institución que respondiendo a polémicas y crisis se ha ido abriendo a nuevos miembros y diversificándose y cada vez más reparte el espacio en sus nominaciones a productos asociados al Hollywood clásico y al cine más personal o arriesgado.

La campaña ha sido agresiva, marcada también por la ineludible realidad del nuevo papel determinante de las redes sociales a la hora de crear y dirigir debates y por el peso de consideraciones que van más allá de lo meramente cinematográfico. Bohemian Rhapsody ha conseguido llegar fuerte a este domingo pese a las acusaciones de índole sexual contra Bryan Singer, el director despedido dos semanas antes de acabarla. Y más fuerte aún llega Green Book, una película tan amable y aplaudida como cuestionada por algunos por su visión edulcorada del racismo o por la perspectiva elegida para narrar la historia.